Hace 21 años, Guadalajara tomó una decisión visionaria: abrir sus calles a las personas, no a los autos. Con el impulso de la sociedad civil y la voluntad gubernamental nació la Vía RecreActiva, un espacio que desde entonces se ha convertido en símbolo de salud, convivencia y ciudadanía.
Cada domingo, kilómetros de asfalto que entre semana están destinados al tránsito vehicular, se transforman en un río humano de bicicletas, patines, caminatas y sonrisas. No importa la edad ni la condición física: niñas y niños aprendiendo a pedalear, adultos mayores caminando al ritmo de su salud, jóvenes corriendo, familias completas encontrándose en un espacio libre y seguro. La vía es, más que un circuito, un punto de encuentro de todas las Guadalajara(s) que coexisten en esta metrópoli.
Su importancia va más allá del ejercicio, la Vía RecreActiva nos recuerda que las ciudades no solo se miden en edificios o en vialidades, sino en la capacidad de generar comunidad. Es un acto de democratización del espacio público: cualquiera puede apropiarse de él y hacerlo suyo, sin costo, sin exclusión, con la única condición de participar con respeto.
En un país que enfrenta graves problemas de salud derivados del sedentarismo y la mala alimentación, esta iniciativa es también una política de prevención que ha trascendido a lo largo de los gobiernos pero que permanece por su gente. La actividad física es medicina, y la vía nos la ofrece cada domingo en la forma más sencilla y natural: movernos en comunidad.
Veintiún años después, la vía es testimonio de que cuando la sociedad y las instituciones trabajan juntas, los cambios son posibles. Hoy, al verla viva y llena de movimiento, constatamos que el derecho a la ciudad es también el derecho a la salud y a la libre convivencia.
Este sábado 20 de septiembre, constatamos que de noche o de día, la Vía RecreActiva seguirá siendo un espacio para rodar, caminar, convivir y recordarnos que la mejor ciudad es aquella que pone a las personas en el centro.