Es el caso de Gerardo, fiel aficionado que acudió al Estadio Jalisco para ver a su equipo campeón y después se trasladó a la Glorieta de los Niños Héroes.
Ya cuando planeaba regresar, simplemente no supo dar con su vehículo; sin embargo, su semblante no era de preocupación sino de felicidad, al cobrar la victoria esperada por años.