El presidente Joe Biden condenó el ataque asegurando que los estadounidenses “no pueden ni deben tolerar el odio”, aunque las motivaciones del agresor aún no habían sido establecidas.
Las autoridades locales dijeron el domingo que el tiroteo aún no había sido clasificado oficialmente como un crimen de odio, pero que seguramente se presentarían cargos por asesinato en primer grado.
Se trata del último ataque contra un lugar LGBTQ en Estados Unidos. El más mortífero cobró 49 vidas en un club nocturno en Orlando, Florida, en 2016.