Un elemento era importante y fue clave: la elaboración de un retrato de progresión, que permitiera conocer los cambios y transformaciones con el paso de los años de Chavita.
Técnicamente estaba desaparecido, pero la realidad es que se trataba de un niño robado. Por humanidad, por detener el dolor, por la deuda de autoridades que en años pasados olvidaron el caso.
Así, peritos del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses con su trabajo y técnica lograron colocar a Chavita en el interés público y con ello, ¿porqué no? Imaginar y creer en su regreso.
Cerca de las 10 de la mañana el nerviosismo inundaba a la familia Macías López, Chavita fue localizado, una llamada anónima a su padre derivado de la difusión del rostro ayudó a lograr lo impensable, lo que muchos llamaron un milagro.