En la finca Camocim, en el estado brasileño de Espírito Santo se produce uno de los cafés más caros del mundo bajo un modelo de cultivo agroforestal.
La clave es el ave silvestre jacu, su selectivo gusto por comer solo los mejores granos, los más maduros y su digestión que dura apenas unos segundos.
“El jacu no tiene estómago. Su digestión es muy rápida. Entonces, dentro ya que se comió el café, hay otras semillas que también comió. Entonces, estas semillas mezcladas con el café hacen que el café absorba las características de estos frutos, el dulzor, la acidez de estos frutos y entre el grano de café”.
Rogerio Lemke, Supervisor de la finca cafetalera Camocim
Los excrementos del jacu se recogen con los granos de café incrustados en una pasta negruzca.
Una vez cosechadas, las heces son puestas a secar en un invernadero. Luego clasifican y pelan cuidadosamente los granos, antes de colocarlos en una cámara de frío.
El café extraído de los excrementos de estas aves representa menos del 2% de la producción de la finca. Se vende apenas bajo demanda de los clientes, para evitar cualquier desperdicio.
El producto se vende a 228 dólares el kilo en Brasil, e incluso más caro en el exterior, en tiendas de lujo como la británica Harrods.
El jacu era considerado una plaga, pero se convirtió en el principal aliado de producción de Sloper, quien se inspiró para esta técnica en el carísmo café “Kopi Luwak”, producto de Indonesia elaborado a partir de excrementos de civeta, un mamífero similar al de la mangosta.
“Al Jacu le gusta mucho quedarse en esta región, porque es una región muy protegida. Es una región que es orgánica, es una región biodinámica. No usamos químicos, no usamos productos transgénicos, no usamos nada. Es 100% natural. Así el Jacu está dentro de su propio hábitat natural.”
Rogerio Lemke, Supervisor de la finca cafetalera Camocim