Durante casi un año, Israel ha impuesto un renovado régimen de destrucción sobre la exhausta población gazatí, violando cada principio básico del derecho internacional. Atestiguamos, no un enfrentamiento entre dos fuerzas convencionales, sino un castigo colectivo dirigido contra civiles, evidenciado en la demolición de hospitales, el bloqueo de suministros esenciales como el agua y la destrucción de escuelas. Las palabras no alcanzan para describir el sufrimiento de un pueblo que ha sido reducido a sobrevivir entre los escombros en un sitio de guerra continuo, transmitido en vivo por sus propias víctimas.
En el informe titulado “Anatomy of a Genocide” –Anatomía de un genocidio (1)–, presentado en marzo de 2024 por la Relatora Especial de la ONU sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, se ofrece una perspectiva devastadora sobre la situación en Gaza. En su análisis, Albanese sostiene que las acciones de Israel van más allá de la ocupación militar y pueden considerarse un intento de destrucción sistemática de la población palestina. Los bombardeos indiscriminados, la asfixia económica y las condiciones de vida inhumanas han creado un escenario que, según el derecho internacional, es posible interpretar como un genocidio en curso. (2)
La Corte Penal Internacional (CPI) ha retomado estos y otros aspectos en sus investigaciones, reconociendo, por ejemplo, que el uso de lenguaje deshumanizante es un componente crucial en la comisión de genocidios. La CPI investiga cómo las declaraciones de líderes israelíes, como afirmar que “no hay inocentes en Gaza” o que debe aniquilarse a los “animales palestinos”, forman parte de una política más amplia de desplazamiento y exterminio, razones detrás de la solicitud en mayo pasado de la emisión de órdenes de arresto contra el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu y su ministro de defensa Yoav Gallant. (3)
Este tipo de retórica y violencia, según Albanese, no es, sin embargo, un fenómeno reciente, sino que forma parte de un proyecto colonizador que se remonta a la Nakba de 1948, estableciendo un marco ideológico para la justificación del desplazamiento forzado, la desposesión, la brutalidad y la violencia indiscriminada contra la población palestina desde hace décadas.
El agua como arma
Uno de los crímenes más alarmantes que ha captado la atención internacional es el uso del agua como arma contra la población de Gaza. Según la ONU, “Israel ha bloqueado el 70% de los materiales de doble uso necesarios para la construcción y operación de plantas de tratamiento de aguas residuales. Este bloqueo ha impedido el tratamiento adecuado de las aguas, lo que ha provocado una grave contaminación fecal de los acuíferos subterráneos”, según el Relator Especial de la ONU sobre los derechos al agua potable y saneamiento, Pedro Arrojo-Agudo. Esta contaminación ha sido denunciada no como un mero efecto colateral, sino como parte de una estrategia más amplia de castigo colectivo diseñada para debilitar a la población palestina.
El impacto de esta política es devastador. La falta de acceso a agua potable ha provocado 1.7 millones de casos de enfermedades infecciosas como diarrea, disentería y hepatitis A, entre una población bajo estado de sitio. La crisis del agua en Gaza se presenta como una herramienta deliberada en la guerra asimétrica que Israel lleva a cabo contra los palestinos, exacerbando la ya precaria situación humanitaria y sometiendo a la población a condiciones de vida insostenibles. El relator ONU, ha descrito esta situación como una “bomba silenciosa”, menos visible que los bombardeos que destruyen edificios, pero igualmente letal.
El colapso en el sistema de salud
Hoy, todos los hospitales de Gaza están fuera de servicio o han sido destruidos debido a los ataques continuos y la falta de combustible. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 26 hospitales han sido destruidos o gravemente dañados. Además, 103 trabajadores de la UNRWA y 198 miembros del personal médico han perdido la vida debido a los bombardeos dirigidos contra infraestructuras sanitarias. Esto, sumado a la detención de personal médico por parte de las fuerzas israelíes, ha agravado aún más la crisis sanitaria. Un claro ejemplo más del castigo colectivo que se está imponiendo sobre la población civil, en violación directa del derecho internacional humanitario.
Desplazamientos masivos y destrucción educativa
Este colapso no se limita solo a los hospitales. Más de 1.9 millones de personas han sido desplazadas internamente en Gaza desde el comienzo de los ataques en octubre de 2023, lo que ha generado un éxodo masivo. Se calcula además que 160 escuelas han sido bombardeadas y que la Franja de Gaza ha quedado desprovista de todas sus universidades, ahora reducidas a escombros. Estos ataques no solo destruyen infraestructuras clave, sino que también buscan eliminar las posibilidades de recuperación hacia un futuro digno para la población palestina.
Una guerra moral perdida
A nivel global, la percepción sobre las acciones israelíes ha ido cambiando al pasar de los meses. Encuestas recientes muestran que el 55% de los estadounidenses desaprueban la forma en que Israel ha manejado sus operaciones militares en Gaza, mientras que solo el 37% las aprueba. En Europa, las cifras son aún más contundentes: el 61% de los alemanes consideran que las acciones de Israel son injustificadas, y en Reino Unido, la mayoría de los ciudadanos apoya una solución de dos Estados. Aunque los gobiernos aliados de Israel busquen acallar las protestas en sus países, parece que debido a la inmediatez de las redes sociales y a la longevidad de la lucha palestina, la guerra moral parece estar perdida para Israel con un creciente número de voces que piden un alto el fuego inmediato, además con un resurgimiento de apoyo a la solución de los dos Estados.
Reflexión final
A casi un año del ataque brutal de Hamas contra civiles israelíes, Gaza y su población civil permanecen como el epicentro de una crisis de moralidad para el orden internacional liberal y de una crisis humanitaria que desafía los principios fundamentales del derecho internacional.
El castigo colectivo impuesto sobre la población palestina no solo viola los derechos más básicos, sino que también representa una mancha indeleble en la conciencia política global. Mientras la comunidad internacional observa pasivamente la falta de acciones contundentes para detener estas violaciones y perpetúa el sufrimiento de millones. Con el lento avance de la Corte Penal Internacional y de la Corte Internacional de Justicia, y la negativa de los aliados de Israel para detener la masacre, surge una pregunta inevitable: ¿Cuánto tiempo más se tolerará esta impunidad?
No hace falta ser historiador para darse cuenta de que en Gaza se asesina a civiles.
(1) Puedes acceder al informe completo y detallado de Albanese en este enlace oficial: https://www.un.org/unispal/document/anatomy-of-a-genocide-report-of-the-special-rapporteur-on-the-situation-of-human-rights-in-the-palestinian-territory-occupied-since-1967-to-human-rights-council-advance-unedited-version-a-hrc-55/
(2) El sitio de ONU Noticias proporciona un resumen al respecto: https://news.un.org/en/story/2024/03/1147976)
(3) Para conocer mayores detalles consultar el sitio de la Corte Penal Internacional: https://www.icc-cpi.int/news/statement-icc-prosecutor-karim-aa-khan-kc-applications-arrest-warrants-situation-state