En los primeros meses de su gobierno, el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León mandó una iniciativa a las cámaras correspondientes para reformar la Constitución con el fin de fortalecer la independencia y las capacidades del Poder Judicial en México, a sabiendas de que existían demandas incumplidas al pueblo mexicano en temas relacionados con el progreso económico, político y social; sumado a lo anterior, existía un clamor ciudadano para construir una verdadera democracia. Corrían los años noventa y éste era el contexto.
Casi 30 años después, en las postrimerías de este sexenio, se aprobó una nueva reforma muy diferente a la del ex presidente Zedillo, la cual obligó al llamado tecnócrata a romper su promesa de no declarar nada sobre asuntos del país, afirmando ahora que esta acción “enterrará la democracia mexicana y lo que queda de su frágil Estado de Derecho”.
El también asesor de Citigroup y director del Centro de Estudios para la Globalización de la Universidad de Yale, aceptando la invitación de la Conferencia Anual de la International Bar Association, que sesionó en la Ciudad de México, recordaba que en sus encuentros con los legisladores de esa época la premisa fue siempre el diálogo con todos los partidos y que nunca hubo imposiciones. “La reforma de 1994, significó una ruptura con el pasado semiautoritario de México, facilitado por una corte subordinada al Presidente y corregir esa anomalía antidemocrática fue un objetivo principal de dicha reforma”.
La iniciativa aprobada hace tres décadas creó el Consejo de la Judicatura al que se encargaron importantes funciones, como nombrar a los tribunales inferiores y determinar los criterios rigurosos de mérito y desempeño además de administrar el presupuesto y establecer mecanismos de supervisión.
Por todo lo anterior, las recientes declaraciones del Presidente Zedillo han abierto una poderosa red temática a la que se han sumado muchos actores políticos a favor y en contra e incluso algunas voces cuestionando sobre los tiempos tardíos de esta declaración.
No olvidemos el papel relevante de Ernesto Zedillo para contener la crisis de 1994 debido a sus estrategias económicas, si bien apoyadas por el entonces Presidente Clinton, y el FMI, pudo resolver la pérdida de reservas económicas y hacer frente al llamado efecto Tequila.
Lo importante a considerar en este breve análisis, es destacar que este pronunciamiento por demás válido y experto, debería ser tomado en cuenta precisamente para fomentar algo que hace falta en estos días en México: un diálogo político de altura.
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