Pueblito de mágica inseguridad
La inseguridad que vive este municipio metropolitano es preocupante por su desbordada violencia y pobre estrategia para contener este mal, que crece y se arraiga en colonias aledañas al Cerro del Cuatro.
Los esfuerzos para reducir los índices de asaltos en vía pública, robo de autos y a casa habitación, están al alza en varias colonias. El reloj marca las 7:00 de la tarde y se respira peligro en las calles; la falta de transporte público que llegue a las colonias y la poca iluminación, hacen caldo de cultivo para estos delitos.
La estrategia de atender las causas, realizando obras para “recomponer el tejido social”, algo parecido a los “abrazos y no balazos”, son semillas que darán resultados a largo plazo, algo así como una aspirina, para los índices de inseguridad.
Un parque, un área deportiva o una obra de infraestructura, resuelven en teoría la violencia al mejorar la calidad de vida de los habitantes, pero en teoría, no recompone a una sociedad rota.
A lo anterior se suma que la policía encargada de la seguridad pública enfrenta varias problemáticas: falta de personal, escasos recursos para llevar a cabo sus actividades y un marco jurídico que asegure que sus efectivos sean honrados, profesionales y que respeten los derechos humanos.
Muy a pesar de los atractivos turísticos en el ramo gastronómico, cultural, comercial y artesanal, Tlaquepaque tiene otra cara, marcada por balaceras, levantones, asaltos y delincuencia organizada. Esto nos lleva a pensar que en los últimos 10 años, este municipio ha fracasado en sus políticas de deserción escolar, violencia familiar, solución de controversias, combate a la pobreza e inseguridad.
La suma de todo lo anterior deja importantes retos para la nueva administración, que tendrá que mediar en problemas que aparentan ser insignificantes, como el retiro de una barda en el fraccionamiento Valle del Sur que abre el paso a la delincuencia, hasta el asedio de maleantes en colonias como Haciendas de San José, Toluquilla, Los Olivos y Villa Fontana Residencial, donde los delincuentes tienen de “clientes frecuentes” a los residentes, pasando por una política social que genere bienestar.
Tlaquepaque merece recuperar la magia, merece paz.
