No solamente ligaron su segunda derrota consecutiva. Los rojinegros del Atlas fueron goleados y exhibidos por los Diablos Rojos del Toluca en esta jornada 10, pero tampoco es lo más grave, ni siquiera el dolor de cabeza que representa saber que en la próxima fecha se medirán a las Chivas rayadas del Guadalajara en el Clásico tapatío. No, no es ni tantito lo más preocupante.
Lo verdaderamente alarmante y triste, es que el equipo ha perdido lo más importante que puede tener una institución: su afición. Esa que hace grande a un conjunto a pesar de las derrotas, a pesar de los fracasos. Lo paradójico es que la ha perdido incluso, a partir de ser bicampeón del futbol mexicano.
La Fiel, sí, la famosa y tan bien llamada afición del Atlas, los ha dejado solos poco a poco, y es que el cuadro tapatío abandonó su identidad, su ADN.
Increíblemente, la institución que por décadas hizo sufrir a su fanaticada, pero al mismo tiempo los arraigo más, los enamoró más, los procuró más, los valoró más, los identificó más, ahora los ha abandonado, y no son los últimos resultados negativos no, es el aumento en los precios de los boletos, la falta de identidad de sus jugadores. Son los líderes en el campo que cada vez son menos, son los jóvenes valores de la academia que ya no existen; son los días de los partidos jugando como local, los horarios, un técnico que no transmite, un equipo que cada vez está más lejos de su Fiel, en sus bonitas y glamorosas instalaciones sí, pero más cerca de los montes y frío viento que de su Fiel, esa que los acompañó durante años y años de fracasos.
Los Zorros, la Academia, los amigos del balón, los niños catedráticos, las Margaritas, son solo algunos de los motes que yo creo, sus nuevos dueños no los conocen. Ni idea tienen de lo que significa para sus aficionados, para su FIEL… Ah, pero que viva la multipropiedad en el futbol mexicano.