Muchas veces me comentan: No sé cómo debo tratar a una persona que tiene discapacidad. ¿Cómo debo dirigirme a ella? No sé si ofrecerle ayuda. El día de hoy me gustaría que platicáramos sobre cómo podemos apoyar a una persona con discapacidad.
Empecemos por el principio. Antes que nada, hay que verlos como a cualquiera otra persona. No debemos asombrarnos, asustarnos o admirarnos por su aspecto, ni por verla sentada en una silla de ruedas, usar muletas, llevar un bastón, usar lentes obscuros porque no ve, un aparato auditivo o cualquier otro aditamento que requiera por su discapacidad; tampoco debe sorprendernos que usa sus manos para hacer lengua de señas para comunicarse.
Si vas con un pequeño es una excelente oportunidad de enseñarle la empatía. Una sonrisa no cuesta nada y sí hace la diferencia para que la persona con discapacidad se considere aceptada, bienvenida y no se sienta distinta o discriminada.
La sonrisa es universal, es una muestra clara de conexión, de empatía y aceptación; crea un ambiente cálido y humano. Así de sencillo y natural debe ser el primer instante al coincidir con una persona con discapacidad. Cuando te encuentras con alguien, comúnmente saludas. Hazlo de igual forma cuando te encuentres con una persona con discapacidad; si conoces su nombre, salúdala por su nombre, si no, simplemente saluda, pero nunca la ignores. Cuando la persona con discapacidad vaya acompañada, dirígete a ambas personas, aunque por su discapacidad no pueda verte, oírte o hablarte, por supuesto que siente y entiende sí tú la miras con respeto o por el contrario la ignoras, o peor aún la rechazas. Evítalo a toda costa. Cierto es que las personas que vivimos una condición de discapacidad, intentamos seguir siendo independientes y conservar la autonomía; por eso a veces no pedimos ayuda.
Debemos reconocer que nos ofrecen ayuda con la mejor voluntad y también es importante considerar que en muchas ocasiones requerimos ayuda de los demás y apreciar que nos la brinden; es una acción que nos hará cada vez más incluyentes.
Si tu intención es ayudar, lo más importante es hacer antes dos preguntas: ¿Necesitas ayuda?, y ¿cómo puedo ayudarte?
Con estas dos preguntas tú estás dando todo el respeto y la dignidad a la persona, y tendrás una acción pertinente, acorde a lo que la persona con discapacidad realmente requiere.
El acompañante de una persona con discapacidad es muy importante, en caso de que la persona no pueda expresarse por sí misma, él ayudará como asistente y en muchos casos será el intérprete. Además, el o la acompañante sabrá darte información sobre los cuidados que debe tener la persona con discapacidad y según sea la situación también sabrá calmarla; por esto deben permanecer juntos. Si la persona con discapacidad va sola, también puedes ofrecer tu ayuda haciendo las dos preguntas que comenté anteriormente. Es importante que en caso de que la persona sea ciega, te identifiques y expliques de forma sencilla lo que está sucediendo; recuerda ofrecer tu colaboración antes de ayudar.
Otro aspecto trascendental a considerar es ubicar si la persona con discapacidad requiere ayudas técnicas: Silla de ruedas, muletas, bastones, auxiliares auditivos, lentes, perro de asistencia, etc. Permite que estas herramientas estén cerca de ella, sobre todo su perro guía, que no es una mascota, es su animal de asistencia.
Si es una persona sorda y puede leer los labios háblale de frente, sin gritarle; si tiene un acompañante dirígete directamente a la persona sorda y no al intérprete. El respeto y buen trato debe darse a ambas.
Algunos consejos para tener en cuenta a la hora de relacionarse con personas con discapacidad cognitiva o intelectual son: Interactuar directamente con ellas, independientemente de que se encuentre acompañado de otra persona. No los trates de manera condescendiente; evita tratar o hablar de manera infantil. Sólo de considerarlo realmente necesario y en una segunda instancia, dirigirse a quien le acompaña.
Utilizar un lenguaje claro y sencillo facilita la comprensión. Es recomendable dividir las frases en partes; si se trata de frases complejas y largas, utiliza ejemplos para ayudar a la comprensión.
Con estas sugerencias que hoy te comparto espero pierdas el miedo a tratar con una persona con discapacidad. Ante todo, recuerda que somos personas; no somos angelitos, ni guerreros, mucho menos héroes. Solamente hemos tenido que enfrentar la vida de manera diferente saltando, bordeando o eliminando algunas barreras que con tu apoyo y empatía será mucho más fácil. Así que juntas y juntos sigamos formando una sociedad cada día más inclusiva.