Sigue la desaparición de los órganos autónomos

Esperar que los legisladores federales (diputados y senadores) actúen y tomen decisiones con el objetivo principal de hacerlo por el bien de los ciudadanos en general, sea cual sea su inclinación política o sus intereses particulares, puede parecer ingenuo. Pero no lo parece, lo es. Es ingenuo esperar que los diputados federales de Morena, el Partido Verde y el PT, que cuentan con el beneficio de una mayoría calificada, procedan con la intención de un beneficio general.

Es ingenuo, reitero, porque claramente se están comportando y están tomando decisiones para aplicar una sola agenda: la que se les ha dictado desde el Poder Ejecutivo de la anterior administración. El coordinador mismo de la fracción de Morena, Ricardo Monreal Ávila, anunció este domingo –mientras sigue la controversia por la aplicación de una tómbola en el Senado para llevar a elecciones el año entrante 464 espacios de magistrados de distrito y 386 jueces federales– que antes de que concluya el mes de octubre aprobarán otra reforma para desaparecer a los organismos autónomos. “No nos vamos a detener”, subraya, mientras sonríe triunfalmente.

No es el suyo, el comportamiento de un legislador que pretenda hacer historia por un desempeño responsable. Ni se comportan así sus compañeros de bancada, la gran mayoría obedientes y temerosos de las órdenes de Monreal Ávila. Sí, tienen la mayoría y las reglas les permiten decidirlo todo. Pero no tienen la razón y el tiempo lo demostrará.

¿Crees que de verdad, los de Morena desaparezcan a los organismos autónomos?, me preguntaron recientemente. “No tengo ninguna duda”, fue mi respuesta. ¿Cómo dudar, ante sus convicciones y sus decisiones sobre un tema mucho más profundo y de alcances incalculables, como la reforma judicial? Lo de los organismos autónomos es para ellos como un divertimento, el extremo de la burla para el grupo en el poder que está tomando la revancha histórica después de las elecciones del 2 de junio de 2024.

Es la revancha de los plebeyos, diría seguramente el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, a quien pronto también le corresponderá abordar esta reforma.

Pero estas circunstancias políticas, como lo han sido todas en la historia, pasarán pronto. Ninguna condición de poder –mientras se mantenga la democracia– es permanente. En pocos años estos actores políticos serán una anécdota más, y no serán recordados como personajes honorables en la construcción de la patria.

Rápidamente, podemos revisar algunos matices de los organismos autónomos próximos a ser desaparecidos.

Su rasgo más importante, no hay que olvidarlo, es se establecieron para ser integrados por ciudadanos, no por militantes de partidos o miembros del gobierno. Pero además, su funcionamiento responde también a tratados internacionales en los que México se insertó, para hacer más transparentes, claras y competitivas, las reglas de operación en áreas de gobierno, uso de recursos públicos (transparencia), derechos humanos, reglas comerciales, competitividad y energía, entre otras.

Los organismos autónomos no son una ocurrencia mexicana. Más bien, forman parte de una tendencia internacional.
Ocurrió, y es totalmente cierto, que se convirtieron en un botín de cúpulas, tanto de poder político como económico e incluso académico. Es verdad, también, que empezaron a costar mucho al erario y su costo se elevó por privilegios y canonjías.

Como resultado de una tendencia negativa que afectó al país (corrupción, impunidad, negligencia), los organismos autónomos también sufrieron las consecuencias. Pero el expresidente Andrés Manuel López Obrador decidió, en su oferta política e ideológica, que son basura. Como pasó con muchas otras decisiones, determinó desaparecer, no corregir.

Todas las funciones de estos organismos serán absorbidas por el gobierno mismo. La historia nos ha demostrado que el gobierno no actúa bien cuando debe aplicar derechos que afectan sus intereses.

En lugar de mejorar con la desaparición de estos organismos, veremos un escenario de empeoramiento.
Pero nada los va a detener. Ya lo dijo, sonriente, Ricardo Monreal.