Ciudadanía para prevenir violencia digital

Ser un buen ciudadano en el mundo digital puede ser difícil, ya que para muchas personas suele ser sencillo esconderse detrás de una pantalla para realizar e incentivar conductas que en cualquier otro contexto no se atreverían a hacer públicas. Un ejemplo de ello es que el 85% de las mujeres en línea han presenciado actos de violencia digital según lo señalado por la ONU Mujeres en 2023.

Esto también tiene que ver con que no somos conscientes del impacto de compartir voluntariamente información personal en las redes sociales y los riesgos potenciales involucrados con el desconocimiento del poder de la autodeterminación informativa.

Sin duda, las redes sociales y las plataformas digitales se han convertido en nuevos lugares de encuentro, cambiando la forma en que las personas se involucran y participan en la sociedad. La forma en que la gente habla y comparte sus pensamientos se ha vuelto más abierta y accesible para todos. Sin embargo, el mundo digital tiene su propio conjunto de reglas y valores que guían cómo interactuamos y nos comportamos en línea, por lo que comprender la privacidad y la protección de datos tendría que ser uno de los principales pilares de nuestra autonomía.

En el mundo digital actual, es fundamental asegurarse de que las personas comprendan y acepten la información que se recopila sobre ellas, lo que implica una garantía de responsabilidad, puesto que la falta de conocimiento y comprensión entre usuarios y plataformas propicia que salga de su control esta información, provocando frustración cuando las personas son bombardeadas constantemente con solicitudes de consentimiento, sin saber verdaderamente lo que ello implica, y genera preocupaciones éticas sobre el impacto en la autonomía personal y la privacidad.

Entonces, ¿cómo podemos trabajar todos juntos para hacer de Internet un lugar mejor para todos? Debemos adoptar un enfoque integral que considere la ética, la tecnología, la educación digital y el cumplimiento normativo.

Si abordamos la privacidad, el consentimiento e interés legítimo y la prevención de la violencia digital, podemos esforzarnos para construir espacios digitales que no solo mejoren nuestra capacidad de participar en la vida cívica, sino que también fomenten el bienestar, los valores éticos y la armonía en estos entornos.

No se trata sólo de asegurarnos de que usamos la tecnología de manera responsable, sino también de reconocer que somos personas sociales y políticas en el mundo digital.