Las últimas semanas se han caracterizado por un verdadero vendaval político en el Congreso de la Unión, donde se han discutido, votado y aprobado distintas reformas constitucionales propuestas por Morena, como la reforma judicial y energética.
Este escenario ha desnudado de cuerpo completo a las legisladoras y legisladores de todas las fuerzas políticas del país, dejando ver dos paradigmas completamente distintos entre sí; el primero el de Morena y sus partidos aliados, que se han prestado a un juego sucio en el que aprovechan una mayoría legislativa muy cuestionable para modificar la Constitución a contentillo.
El segundo paradigma es el de la oposición conformada principalmente por Acción Nacional y el Revolucionario Institucional, con un Movimiento Ciudadano intermitente –que dicho sea de paso, es el responsable de que el bloque opositor tenga 10 senadores menos de los que hoy tiene–.
Es en este bloque de la oposición donde resalta un actor fundamental en las últimas discusiones legislativas, la fracción parlamentaria del PRI, que pese a las grandes presiones del oficialismo se ha mantenido en absoluta firmeza frente a la defensa de las instituciones, la democracia y las libertades.
Recientemente el periodista Joaquín López Dóriga acusó falsamente a la bancada del PRI en el Senado de la República de haber dado el quorum necesario para instalar la sesión en la que se aprobó la insaculación de jueces u magistrados del Poder Judicial, sin embargo, fue la misma bancada la que se encargó de desmentir tal información y dejar en claro que fueron los únicos senadores que votaron en contra de esta jugada.
El momento que México atraviesa es crucial; el país necesita una oposición firme y respetuosa de su responsabilidad. Sin duda alguna, el PRI ha venido silenciando algunas de las voces más críticas que se rehusaban a dar su voto de confianza al tricolor, sin embargo es grato encontrar en este partido la verdadera oposición de este país.