En la ciudad de Guadalajara existe una famosa leyenda que data desde el siglo XVIII, donde hubo un vampiro en la ciudad y volverá de su tumba a acechar a los tapatíos, debido a que fue enterrado en un Panteón de Belén.
Cuenta la leyenda que fue en el siglo XIX, cuando los habitantes tapatíos vivían compartiendo la ciudad con un vampiro; conocido como el Conde de Baldor.
Cuentan que durante la época de la Colonia en Guadalajara se registraron varios asesinatos perpetrados en circunstancias antinaturales con características de absorción de sangre.
“Los cuerpos se encontraban pálidos pero lo más característico eran las dos incisiones, sin una sola gota de sangre. En Guadalajara había un vampiro suelto”, dicen los guías del Museo Panteón de Belén.
Aseguraban que los homicidios iniciaron al mismo tiempo que a la ciudad arribó un hombre con características europeas: alto, tez muy blanca, ojos azules. Decían que nunca se le veía de día o en los templos católicos, reforzaron la creencia de que era un vampiro.
Los habitantes tapatío, asustados, se organizaron para acabar con el posible autor de los crímenes, por lo que señalaron al Conde de Baldor como el culpable.
“40 personas valientes se juntan armadas con machetes y palos y comienzan a buscar al conde misterioso; lo logran someter con una gran cruz de madera y lo llevan hasta el cementerio”
Al Conde de Baldor le fue clavada una estaca en el corazón, lo que terminó con su vida. Dicha estaca fue hecha con la rama de un árbol del camposanto, lo que hizo que creciera un enorme árbol de ella.
“El árbol nace porque la rama estaba verde, sumándole la fertilidad de la tierra”, señaló.
Luego de que el árbol creció dentro de la propia tumba, se expandió al exterior con el paso de los años. Actualmente es el más grande de todos en el Panteón.
Cuentan las personas que al cortar sus ramas sale sangre humana de ellas. Hecho por el cual se instaló un cancel alrededor para evitar que continuarán cortando partes del mismo.
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