La presidenta del país, Claudia Sheinbaum Pardo, echó un par de leños a la hoguera de la discusión de la reforma judicial, cuando al hablar ayer de la renuncia adelantada de ocho de los 11 ministros de la Suprema Corte, sólo tuvo un reclamo para los salientes: “Quieren un montón de dinero”.
La de Sheinbaum Pardo fue una expresión desafortunada.
No es que los ministros que van a renuncia merezcan una fiesta de despedida. No. Ellos representan justo lo que el país ya no quiere del Poder Judicial: privilegios, corrupción e ineficacia. Si se realiza una valoración persona por persona, quizá los ministros de la Suprema Corte podrían defenderse y aún, salir bien librados, pero lo que ha pasado durante décadas refleja el hartazgo de la población.
El cambio llegó, sin duda. Y lo encabezan Morena y la presidenta Claudia Sheinbaum y el ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero tratar de vender a los mexicanos una visión en blanco y negro, en la que todos los trabajadores del Poder Judicial son corruptos y nefastos, ha sido un engaño del ex presidente López Obrador… y su sucesora lo repite y vende como tal.
No hay que entrar en discusiones baratas, como las que se vendieron durante seis años en la mañanera de López Obrador y que parece, repetirá la presidenta Sheinbaum… el Poder Judicial necesita reformarse, corregir sus vicios internos, mejorar y adaptarse a los cambios que se aplican en el país.
Pero lo que nos están dando con las reformas autoritarias y malhechas los senadores y diputados de Morena y sus aliados, no mejora nada y sólo lo empeora todo.
Por eso, que la presidenta Claudia Sheinbaum sólo tenga una crítica populachera porque se llevan “un montón de dinero”, no abona a que se construya una discusión real y constructiva. Lo que estará quedando del Poder Judicial, empezando por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, serán sólo los residuos de quienes se acomoden a lo que exige la autoritaria mayoría de Morena.
Lástima que la presidenta no haya retomado la propuesta de revisar si se modifica la elección de jueces y magistrados, como se propone y se discutirá el 10 de noviembre. Lástima que no hable de poder reducir los 13 mil millones de pesos que costará la elección ya aprobada.
Lástima que no le marque un alto al coordinador de los diputados federales Ricardo Monreal, quien convoca abiertamente al desacato de lo que decida la Suprema Corte, si no es lo que aprobaron ellos.
Lo que requiere el país no es más polarización, requiere buen juicio, moderación e inteligencia.
¿Y la primera presidenta en la historia de la república mexicana?