Ocho ministros de los 11 que integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación le hicieron llegar al Senado de la república su renuncia al cargo. Desde el martes 29 de octubre lo habían anunciado pero apenas ayer hicieron efectivo el trámite. Con esto, inicia el cierre de la actual etapa de discusión en torno de las reformas del Poder Judicial Federal. Sin embargo, la ministra Margarita Ríos Farjat aprovechó su turno para responder a la acusación populista de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y le respondió con una “cachetada de guante blando”: renuncia al cargo y rechaza el haber de retiro; que lo entreguen a niñas y niños en situación de vulnerabilidad, dispone en el documento presentado.
La presidenta Claudia Sheinbaum no tenía necesidad de haber caído en este intercambio.
Pero quizá desoyendo a sus consejeros (o justo lo contrario), la presidenta arremetió nuevamente contra los ministros que se van en su “mañanera”. Reiteró su rechazo a la propuesta del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá, quien propone mantener la elección de ministros de la Corte, pero invalidar la de jueces y magistrados, y además, aseguró en otro arrebato verbal, que los ministros pretenden violentar la Constitución del país si finalmente, la semana entrante, aprueban el proyecto de su compañero y rechazan la reforma judicial.
La confrontación entraña algo muy profundo: una crisis constitucional en el país. Crisis que se resolverá –eso ya lo sabemos– por la imposición de la mayoría de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores, en las gubernaturas del país y en la presidencia de la república.
Sólo es importante y fundamental lo siguiente, y que no lo olviden ni lo oculten: se impondrán porque son mayoría, no porque tengan la razón jurídica ni ética.
Que el coordinador de diputados, Ricardo Monreal, anuncie que van a desacatar la decisión de los ministros, es normal en él; es un hombre que ambiciona el poder. Que el presidente (y comparsa) del Senado, Gerardo Fernández Noroña, anuncie que pueden rechazar la renuncia de los ministros para evitar que consigan los haberes de retiro (ese “montón de dinero” que dijo la presidenta), también es normal en él; a sí mismo se presentó como un plebeyo que llega a la máxima posición del Senado, y aunque no lo dijo, lo hace con ánimo de venganza.
Que el coordinador de los senadores de Morena, Adán Augusto López, guarde silencio y opere en sus oficinas los movimientos que le permitan controlar a la mayoría al mismo tiempo que influye entre los morenistas de varios estados del país, también es normal en él. Se trata de otro hombre hambriento de poder, como lo demostró durante la batalla de “las corcholatas”.
Pero que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo caiga en esta lucha de descalificaciones… eso sí sorprende. La primera mujer que llega a la Presidencia; la que anunció “llegamos todas”; la que fue presentada y presumida como una científica. Muy rápido fue absorbida por los juegos más burdos y bajos del poder. ¿Han notado que ni siquiera sus allegados se refieren ya a ella como “la Doctora”?
Que conste: los ministros de la Corte no son héroes de la Patria. Quizás lo contrario. Pero en este momento sí son las víctimas.