Hay silencios que lo dicen todo. El de la reina Letizia de España el pasado fin de semana, durante su visita a Paiporta, Valencia, para brindar su apoyo a los damnificados luego de las afectaciones por la DANA que azotó la región el 29 de octubre, deja sin palabras a cualquiera.
Las imágenes eran impactantes. Letizia Ortiz y Felipe VI dejaron el protocolo habitual para acercarse a su gente. La etiqueta en la visita de los monarcas no fue la de costumbre con los diplomáticos y los jefes de Estado en el Palacio Real, lo que no esperaron fue que el pueblo enfurecido los recibiera con gritos y puñados de lodo.
En medio del tumulto, el mandatario español Pedro Sánchez abandonó el lugar. Los reyes se quedaron y vieron la desesperación cara a cara. Letizia escuchaba las peticiones de los damnificados, les tendía la mano, los abrazaba. El rostro de la reina no era el de siempre, no hubo sonrisas, entre el caos y el dolor no pudo mantener el semblante: rompió en llanto y mostró a la mujer y madre, a la hija, a la hermana, a la periodista que reconoce el sufrimiento de los que perdieron todo y buscan a sus desaparecidos. No se le vio tan afectada en público desde la muerte de su hermana Erika en 2007: la reina sabe lo que es perder a alguien súbitamente.
Pese a la vulnerabilidad del momento, Letizia no abandonó el lugar como lo hizo el presidente español. Recorrió las calles entre empujones hasta que fue imposible continuar. Las imágenes hablan por sí solas. En medio del caos estuvieron los reyes de España junto a Carlos Mazón, el presidente de la Generalidad Valenciana, con la ropa sucia de pies a cabeza; en lo privado y en resguardo apareció Pedro Sánchez, inmaculado. Indignante.
Los días siguen corriendo y la esperanza se va terminando. El recuento de los daños arroja números y más números, ninguno es positivo; un desastre natural le mostró al mundo de qué están hechas las autoridades de España y que los españoles tienen un rey y una reina incapaces de dejarlos solos ni aunque los reciban entre insultos y puñados de lodo.