La determinación tomada por la mayoría de senadores de Morena, el Partido Verde y el PT, para ratificar a Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), condujo a un momento muy oscuro en la defensa oficial de los derechos humanos en todo el país.
El discurso para justificar lo que a todas luces fue un absurdo, es que se trató de una “decisión de Estado”. ¿Qué es eso? ¿Algo así como la información que se reserva en materia de transparencia por seguridad nacional?
Hay algunos puntos de los que todos los senadores fueron testigos e incluso la ciudadanía, tanto en el proceso de selección para encabezar la CNDH, como durante años, en el desempeño de Rosario Piedra. Expongo:
1. La CNDH claudicó a sus funciones durante el sexenio obradorista. En los temas más graves de violaciones a los derechos humanos, como el aumento total de homicidios, la negligencia en la pandemia de Covid-19 o los abusos del gobierno federal en diferentes materias (escasez de medicamentos en el Sector Salud; rechazo y condena a las manifestaciones de padres de niños con cáncer, entre otros temas), nunca expuso su postura y mucho menos, presentó una denuncia.
2. La presidenta de la CNDH se convirtió en una aliada política del presidente Andrés Manuel López Obrador, en detrimento del desempeño de su cargo y en contra incluso, de la institución que encabezó. La comunidad nacional de defensores de los derechos humanos condenó enérgicamente sus posturas y actitudes.
3. En el proceso de selección del Senado, Rosario Piedra se registró y quedó exhibida como una de las aspirantes peor calificadas y aún así, fue políticamente introducida en la terna final. Incluso, se exhibieron irregularidades en parte de su documentación.
4. Los senadores de la mayoría (Morena, Verde, PT), tuvieron la clara oportunidad de elegir a otra persona para ocupar la presidencia de la CNDH; hubo hasta el último momento candidatas capaces, con experiencia y bien calificadas –por ellos mismos– para ocupar el cargo.
Si jurídicamente el nombramiento de Rosario Piedra es legítimo, socialmente es reprobable que asuma por segunda vez esa posición ante el rechazo generalizado a su desempeño y su persona. Hay reglas no escritas, y una de ellas es que el defensor de los derechos humanos no puede ser un personaje rechazado y descalificado.
La realidad –ya trascendió en el Senado, porque incluso muchos senadores de Morena se opusieron y fueron obligados por esa “razón de Estado” a votar por Piedra Ibarra– es que detrás de la ratificación estuvo la voluntad de Andrés Manuel López Obrador. Él intervino y su operador en el Senado, Adán Augusto López Hernández, se encargó de “convencer” a sus aliados de bancada.
¿Por qué ratificar a Rosario Piedra? ¿Qué ofrece su presencia en la presidencia de la CNDH? Otro sexenio de complicidad, de conveniencia. Otro sexenio en el que no se denunciarán abusos de las Fuerzas Armadas ni de autoridades. La señora está ahí porque viene “como anillo al dedo”.