Orillada por un cuestionamiento en su rueda de prensa mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que aceptar por fin, públicamente, a Pablo Lemus Navarro, el gobernador electo de Jalisco. Ella misma había declarado semanas atrás que sólo lo reconocería cuando los tribunales electorales hicieran oficial su triunfo. Los magistrados lo hicieron, pero ella no tuvo la cortesía política, no digamos de felicitar, sino de reconocer al gobernador que entrará en funciones el 6 de diciembre.
A Pablo Lemus no le hace falta que la presidenta del país diga públicamente que él ganó la elección. Basta con que lo hayan hecho primero los votantes en las urnas y después, en dos instancias diferentes, las autoridades judiciales al fallar contra la impugnación presentada por la que fue candidata de Morena a la gubernatura.
Sin embargo, sí es importante el mensaje que envía la presidenta. Tanto ella como quien será gobernador de Jalisco están de paso; su período es finito y no permanente. Lo que realmente importa es cómo llevarán una relación obligatoria porque Jalisco es parte de la república y del pacto federal que da sentido a todo nuestro país. Están obligados a entenderse, comunicarse, acordar y proponer. Y sobre todo: entregar recursos económicos, Jalisco como parte del pago de impuestos, y la presidencia como parte de la distribución correspondiente. Además, están los temas de seguridad y muchos otros que corresponden a las competencias de los dos espacios de gobierno.
El hecho es que la presidenta Claudia Sheinbaum aceptó por primera vez, al menos públicamente, que se reunirá con Pablo Lemus, pero hasta después que tome el cargo constitucionalmente. Eso será el 6 de diciembre próximo.
Igual que Lemus no requiere del reconocimiento presidencial, la presidenta tampoco está obligada a verlo o dialogar con él.
Tal como lo dijo, lo tratará igual que lo hace con el resto de gobernadores del país para abordar los asuntos de gobierno.
Los comentarios de la presidenta se pueden interpretar como un reconocimiento y celebrar que finalmente, habrá entendimiento mutuo. También se puede hacer otra lectura: la reticencia a reconocer anticipadamente la voluntad de la mayoría de los jaliscienses, como se hizo con candidatos de Morena que ganaron otras contiendas por la gubernatura.
La postura de la presidenta Sheinbaum es toda una declaración de principios sobre el trato que se dará al gobernador de Jalisco y al Estado.
Por su población, su aportación económica, su importancia estratégica, su historia y hasta por el tamaño de su padrón de electores, Jalisco es uno de los estados más importantes del país. Es indispensable que tenga prioridad en la agenda de la presidencia de la república.
El mismo gobernador electo ha asegurado que trabajará para ser “el gobernador favorito” de la presidenta.
El reto inicia el 6 de diciembre.