El disparo al pie que se dieron los latinos al votar por Donald Trump el pasado 5 de noviembre comienza a tener un violento rostro con la luz al final del túnel de las medidas antiinmigrantes que prometió el republicano en la campaña, y que, a sesenta días de instalarse en la Casa Blanca, ya ha iniciado el mapa de ruta para concretarlas a partir del 20 de enero.
Si bien algunas disposiciones de Trump tendrán que pasar por el Congreso de mayoría republicana, muchas otras caen en el ámbito de las Acciones Ejecutivas que son una prerrogativa que tiene el presidente para gobernar por decretazos, como ya lo hizo durante su primer periodo, ordenando al menos media centena de ellos. Así, sea por la mayoría republicana o por el derecho de las Acciones Ejecutivas, la presidencia Trump no tendrá ningún problema legal para poner en marcha sus políticas y deportar al menos un millón de migrantes por año.
En ese sentido, ya el gobernador republicano de Texas ofreció un rancho de poco menos de sesenta hectáreas localizado en el condado de Starr para que sea construido un centro de detención de migrantes para retenerlos antes de su deportación. Por otro lado, se comienzan a frotar las manos los concesionarios de prisiones privadas ante la inminente llegada de migrantes por los cuales cobran importantes cantidades de dinero al gobierno federal.
Una amenaza muy delicada es la prohibición para acceder a la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos, cuando ninguno de los progenitores tenga una estancia regular en la Unión Americana. Hoy en día, las personas que nacen en el vecino del Norte acceden a la nacionalidad estadunidense sin importar nada más que nacer en ese país; Trump quiere darle una vuelta de tuerca a ese derecho establecido desde 1868 por la Enmienda 14.
Recordemos que el primer día de su presidencia, Trump declarará la emergencia nacional para poder utilizar a los miembros del Ejército en acciones de persecución, detención y deportación de migrantes. Además de establecer de nueva cuenta el programa “Quédate en México” y reactivar el llamado Título 42.
No deja de llamar la atención que el presidente electo ignore los aportes de miles de millones de dólares que realizan los migrantes a la economía estadunidense, y anteponga a ello su racismo y xenofobia sin pensar en el impacto negativo para toda la población de su país si efectivamente concreta la expulsión de un millón de migrantes por año.
Seguramente los latinos que votaron por Donald Trump se dejaron encandilar por la promesa de que la economía mejorará con el republicano en la Oficina Oval, y por eso decidieron darle su apoyo como no se lo daban a un candidato de ese partido desde tiempos de Ronald Reagan.
Como sea, todo parece indicar que los factores negativos avisados desde la campaña electoral se comenzarán a materializar desde el primer día de la presidencia de Trump. Comienza la cuenta regresiva para ver caer la espada de Damocles sobre las cabezas de millones de migrantes allende el Río Bravo.
Eso les vendió Donald Trump, y aunque parezca increíble, eso compraron.
Al tiempo.