Lo que hoy nos genera un poco de estrés al llegar a casa y ver juguetes por todos lados, calcetines sin pares, el caos y el ruido constante cuando tenemos hijos pequeños, y seguramente las quejas al respecto se vuelven las pláticas constantes entre amigas y con tu pareja, quiero que sepas que mañana lo vamos a extrañar.
Sí, como todo en la vida también se va a terminar, y habrá silencios incómodos y largos donde vengan a tu mente esos días que hoy son parte de tus rutinas de las que tanto nos quejamos.
Creo que en medio de todo lo que va aconteciendo, se nos va olvidando disfrutar de esas pequeñas cosas que jamás vuelven. Nuestros hijos están creciendo y más rápido de lo que nos es posible darnos cuenta, la vida se pasa rápido y no tiene freno.
Hace unos días llegaba a casa tarde, después de un viaje de trabajo, harta y con solo ganas de acostarme a descansar en mi cama, cosa que obviamente no sucedió. Los niños querían jugar, pedían atención, había un mundo de ropa que lavar: “Mamá tengo hambre, Mamá tengo sed, Mamá juega”… voltee a mi alrededor y agradecí estar en casa con ellos, entre todo ese desorden vino a mi mente ese pensamiento. No importa qué tan cansada o estresada estés, todo, absolutamente todo, puede esperar menos el tiempo que dedicamos a estar junto con ellos, coleccionando momentos lindos y formando niños felices.
Jugamos un juego de mesa en la cama toda destendida, pero reímos y nos divertimos como hace tiempo no lo hacíamos.
Hoy te invito a disfrutar de esas etapas que la vida nos permite compartir con esos pequeños y que estoy segura, harán que el vínculo sea tan fuerte que cuando sean grandes, busquen ese espacio seguro y que les dio tanta felicidad.