Por su parte, la ONU aplaudió el acuerdo como una oportunidad para mejorar la seguridad de los civiles en ambos lados de la frontera, aunque advirtió sobre los desafíos que implica su implementación
Israel y Líbano han alcanzado un acuerdo de alto el fuego que entrará en vigor el miércoles 27 de noviembre, tras meses de intensos enfrentamientos entre el ejército israelí y Hezbolá. Este cese al fuego, mediado por Estados Unidos y Francia, marca un hito en la búsqueda de estabilidad en una región asolada por la violencia, aunque enfrenta desafíos significativos para su implementación y durabilidad.
El alto el fuego se produce en un contexto más amplio de conflictos regionales. Israel sigue enfrentando a Hamás en la Franja de Gaza desde el ataque del movimiento islamista el 7 de octubre de 2023, que dejó más de 1,200 muertos, en su mayoría civiles. Desde entonces, la ofensiva israelí ha causado más de 44,000 muertes en Gaza, según datos del Ministerio de Salud del territorio, cifras consideradas confiables por la ONU.
La mediación se basa en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que puso fin a la guerra entre Israel y Hezbolá en 2006 y estipula que solo las fuerzas armadas libanesas y las fuerzas de paz de la ONU pueden operar en la región fronteriza. Además, se creará un comité internacional para supervisar el cumplimiento del acuerdo, con el respaldo de Estados Unidos en caso de nuevas hostilidades.
El acuerdo ha sido celebrado por líderes internacionales como el presidente estadounidense, Joe Biden, y el presidente francés, Emmanuel Macron. En un comunicado conjunto, ambos calificaron la tregua como un “paso fundamental” hacia la estabilidad regional y se comprometieron a trabajar con Israel y Líbano para garantizar su éxito.
Biden expresó su agradecimiento al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por su disposición a negociar, mientras que Macron destacó la importancia de la cooperación internacional para evitar un nuevo ciclo de violencia. Por su parte, la ONU aplaudió el acuerdo como una oportunidad para mejorar la seguridad de los civiles en ambos lados de la frontera, aunque advirtió sobre los desafíos que implica su implementación.
En contraste, dentro de Israel, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, criticó la decisión, calificándola de “error histórico” y advirtiendo que no garantiza plenamente la seguridad de los residentes del norte del país.