Sobrepensar las cosas nunca ha sido la mejor manera de resolverlas.
Hace unos días me sentía saturada de cosas. Pendientes de la casa, el trabajo, los niños y entre tanto, estaba literalmente sobreviviendo. Me sentía un zombie en todos lados; me sentía cansada física y emocionalmente.
Hasta que un día por la noche en medio de mi insomnio, llegó un menaje que sentí como si de verdad el universo me lo estuviera mandando en el instante correcto.
Y decía algo así como que vamos por la vida sobrepensando y sobreviviendo a nuestros trágicos pensamientos, a nuestras múltiples exigencias, queriendo cumplir mil y una expectativas de todos, y a la vez de nadie, pero ¿de qué nos sirve tener la cabeza full de cosas y todo el día saturada de asuntos que en su mayoría ni siquiera pasan?
En ese momento dije: “Es real. ¿Cuántas veces me he planteado un escenario trágico y desgarrador y no ha pasado? He desperdiciado mucha energía y mucho tiempo sobrepensado cosas que no tengo ni siquiera la certeza de que ocurran”. En ese instante mi alma descansó y esto lo quería compartir a manera de reflexionar y de comenzar a ser más relajados y selectivos en las cosas que le permitimos llegar a nuestra mente.
En la medida que comencemos a depurar esos pensamientos que no nos suman, creo que podemos ir más ligeros y disfrutar más de la vida.
Así que hoy sólo quiero hacer esa invitación a quienes están leyendo estas líneas.
Relax… todos tenemos problemas, pero si ese problema tiene solución, adelante: ejecútala. Si no lo tiene, ps entonces de qué sirve que te preocupes. Deja que pase lo que tenga que pasar, y sobre todo… Deja que la vida te sorprenda.