Concluye el primer periodo legislativo de la Cámara de Diputados, y la sensación que me embarga es similar a la de una mañana después de una larga noche; de esas en las que se pierde la noción del tiempo e incluso del espacio, y el orden de los eventos se desvanece en la memoria. Sin embargo, conforme avanza el día, se encuentran pistas que permiten reconstruir los hechos.
A cuatro meses de iniciada la legislatura, puedo afirmar que este ha sido un periodo de intenso trabajo, quizás el de mayor dinamismo legislativo en tiempos recientes.
En este breve lapso, se aprobaron más de 15 reformas constitucionales que dejan un sabor agridulce.
Por un lado, se concretaron avances significativos para las causas sociales, como la creación de la Secretaría de las Mujeres, conquista del movimiento feminista.
Este logro, que representa una verdadera revolución de las conciencias, ahora queda en manos de las jóvenes generaciones, con Citlalli Hernández al frente de esta nueva institución. La tarea será monumental: operar con visión, firmeza y compromiso, asegurando independencia y autonomía.
Asimismo, se aprobaron reformas de bienestar que incluyen la reducción de la edad requerida para que las personas adultas mayores reciban una pensión, así como la obligación del Estado de otorgar una pensión a las personas con discapacidad permanente menores de 65 años. También se establecieron apoyos anuales directos al campo y la entrega gratuita de fertilizantes. Además, se elevó a rango constitucional que los salarios mínimos de maestras, maestros, policías, miembros de la Guardia Nacional, médicas, médicos, enfermeras y enfermeros nunca estarán por debajo de la inflación. También, la reforma al artículo 123 de la Constitución garantiza el derecho a una vivienda adecuada para las personas trabajadoras, facilitando el acceso a créditos asequibles mediante el Fondo Nacional de Vivienda.
Con ello se benefician a agricultores, personas con discapacidad y sus cuidadores y cuidadoras, así como a servidores y servidoras públicos cuya labor forma a las generaciones futuras y vela por nuestra seguridad. En ese sentido, hay mucho que celebrar.
Sin embargo, la balanza se inclina hacia un saldo negativo. El bloque mayoritario, embriagado de poder, destruyó el legado del periodo de transición democrática en nuestro país. Como un ciclón, arrasó con instituciones que, con tanto esfuerzo, habíamos consolidado. Nos despedimos del INAI, el CONEVAL, la COFECE y la Comisión Reguladora de Energía, entre otras. En total, siete mecanismos que representaban una ventana de derechos para la ciudadanía fueron eliminados bajo el argumento de “ahorrar recursos”. Pero los derechos no se ahorran; los derechos se ejercen y se defienden.
La reforma de inimpugnabilidad, que elimina las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad como mecanismos de control ante la Suprema Corte, deja a las personas de a pie, como usted y como yo, sin herramientas legales para protegerse contra leyes que vulneren los derechos humanos.
Por otro lado, la reforma energética que promete generar tensiones en la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, al limitar la competencia y crear un ambiente de incertidumbre para las y los inversionistas. Ello sin contar el factor Trump, que ya ha dado premisas de lo que se avecina.
Finalmente, la reforma judicial, lejos de fortalecer el sistema de justicia, lo desfigura al establecer la elección popular de las personas encargadas de impartir justicia. Jueces y magistrados con trayectorias de 15, 20 o 25 años fueron expuestos al vituperio y la difamación, acusados sin pruebas de tener trayectorias cuestionables.
Se difundió la idea de que esta reforma acercará la justicia a la ciudadanía y abrirá oportunidades a los jóvenes. Paradójicamente, fueron estos mismos jóvenes quienes salieron a las calles exigiendo diálogo y no fueron escuchados.
En el recuento de los daños, queda claro que al bloque mayoritario se le olvida que la política no es cuestión de aritmética, sino de diálogo, argumentos y acuerdos. Y en ese terreno, sabemos hacer buena política. Sin duda, esta legislatura estará llena de contenido. La tiranía de la mayoría seguirá impulsando reformas a modo, pensando que permanecerá eternamente en el poder, pero este es efímero. La historia y la ciudadanía les juzgarán.
Desde Movimiento Ciudadano refrendamos nuestro compromiso con las más de 6.5 millones de personas que depositaron su confianza en nosotros. Pueden contar con una oposición real y firme, enfocada en ganar el debate de las ideas con argumentos sólidos y propuestas claras. Nos vemos en el siguiente periodo.