Una mañana de sábado, 13 de diciembre de 1997, transcurría como cualquier otra, salvo por un frío inusual. Sin embargo, algo extraño comenzó a aparecer a través de las ventanas.
Un tono blanquecino se fundía con el paisaje urbano de la ciudad tapatía, ante la mirada absorta de los habitantes.
Se trataba de nieve, nieve que caía sobre el pavimento, los árboles, los techos de los hogares tapatíos.
La gente salió de sus casas, de sus trabajos para apreciar cómo caían los copos de nieve sin parar, mientras una temperatura de 7 grados centígrados envolvía el ambiente.
Un evento histórico que jamás se ha vuelto a repetir, que llenó de sorpresa tanto a chicos como grandes.
La Gran Nevada fue provocada por un evento meteorológico de gran humedad proveniente desde el pacífico que se encontró con temperaturas inusualmente bajas en el ambiente jalisciense.
Hasta la fecha este evento no se ha vuelto a repetir.