Dentro de tres semanas, más o menos, se presentará completo el Plan México que propone la presidenta Claudia Sheinbaum para impulsar lo que se ha llamado: prosperidad compartida o capitalismo con conciencia en una estrategia de largo plazo. En otras palabras, impulso a la inversión y a la producción mediante el diseño de un plan de desarrollo a favor del bienestar de toda la población con generación de empleo, mejores salarios e infraestructura en el territorio nacional.
Hasta ahora se ha perfilado parte del contenido de un proyecto económico que, en la base, plantea que México no se quedará a expensas de los vaivenes del mercado, sino que desde el Gobierno federal hay conducción y participación de los sectores empresariales del país con los que la titular del Ejecutivo federal ha celebrado varias reuniones.
El objetivo central del Plan México es fortalecer la economía nacional en un entorno más bien adverso como los conflictos bélicos o el ascenso de políticos como Donald Trump y sus amenazas de imponer aranceles, entre otras. Sin embargo, el Plan también se alimenta de las fortalezas productivas de México y contempla impulsar las cadenas productivas o de valor, reducir las importaciones y apoyar las fabricaciones hechas en México.
El 27 de noviembre pasado, hace un mes prácticamente, se presentó en la conferencia de prensa mañanera de ese día al Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización, CADERR. Está encabezado por la jalisciense Altagracia Gómez Sierra y lo integran 15 líderes empresariales de varios sectores, el Consejo Coordinador Empresarial, la Asociación Mexicana de Bancos y, entre otras organizaciones cupulares, la American Chamber of Commerce en México, así como los titulares del Gabinete económico del Gobierno federal.
Este consejo tiene el objetivo de implementar la Estrategia Nacional de Relocalización y, entre sus acciones se incluye la definición de 100 polos de bienestar en todo el país con base en la vocación productiva y en los recursos nacionales de las diferentes y diversas regiones de México. Quizá alguien lo recuerde: este elemento del Plan México me remitió a aquella iniciativa de Regionalización que emprendió el entonces gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas Jiménez, y que luego su sucesor desbarató de un plumazo. La regionalización en Jalisco implicaba justo ponderar las vocaciones productivas de cada zona con base en los recursos naturales disponibles y también se enfocaba en la atención de las demandas específicas de los jaliscienses, región por región.
Los cien polos de bienestar del Plan México, junto con la estrategia integral que incluye –por lo que se ha adelantado– la construcción de infraestructura como vivienda, escuelas y carreteras, entre otras obras, se darán a conocer en tres semanas. Se detallarán próximamente: dónde se ubicarán, por qué y a qué sectores estarán vinculados, porque la inversión de esas obras públicas, según adelantó la presidenta Sheinbaum, será pública, mixta y privada.
Altagracia Gómez, desde el 27 de noviembre, detalló que la Estrategia Nacional de Relocalización, una parte del Plan México, se rige por tres componentes: inversión, empleo y desarrollo regional.
Y, aun cuando no se descartan, también se manifestó que imponer aranceles no es lo principal, ni siquiera lo deseable porque afecta a los tres países del T-MEC y, por supuesto, a sus respectivas poblaciones. Ahora bien, en cuanto a reducir las importaciones, sí se habló en un primer momento de sustitución de importaciones, este modelo que sirvió por mucho tiempo después de la Segunda Guerra Mundial en México, pero que se pervirtió. Aquí sí que toca aprender de la historia para no cometer los mismos errores.
Los elementos principales de esta estrategia y los integrantes y objetivos del consejo asesor, se presentaron el 27 de noviembre; y el 5 de diciembre pasado (realmente todo lo que se ha generado de información hasta el momento es alentador) la presidenta Sheinbaum se reunió con el Consejo Mexicano de Negocios integrado, por lo menos, por 54 empresarios, los más ricos del país, a quienes les expuso el Plan México y también ellos hicieron planteamientos que preocupan justo para la ejecución del plan, como la relación con Estados Unidos, una vez que tome posesión Donald Trump y, por supuesto, la inseguridad.
Aunque el encuentro fue a puerta cerrada, trascendió al final que a ambos cuestionamientos dio respuesta la Presidenta de México en el entendido, sobre todo con respecto al segundo punto, de que hay una estrategia y se están tomando acciones, pero llevará tiempo.
Es alentador, reitero, porque en esta reunión participaron empresarios que se han manifestado reacios y se han opuesto a lo que se conoce como la Cuarta Transformación desde el sexenio pasado, no obstante ahora, esos mismos empresarios hablan de unidad y de trabajo conjunto.
Ya no falta tanto para que este Plan México se presente íntegro como un proyecto de nación que implica la conducción de la economía nacional para fortalecerla en beneficio de todos y la participación activa y responsable de los empresarios, grandes y pequeños, organizados y no.