Faltan seis días para que Donald Trump vuelva a ocupar la Casa Blanca, y las tensiones en la relación bilateral entre México y Estados Unidos se han exacerbado. En su estrategia económica, Trump ha reiterado su apuesta por un proteccionismo extremo, que incluye medidas como la creación de una agencia específica para el cobro de aranceles. Una suerte de entidad centralizada diseñada para imponer tarifas punitivas a bienes importados que, según él, “erosionan” la competitividad de las industrias estadounidenses, con México y China como principales objetivos. Además, su discurso incluye renegociar los términos del T-MEC para obtener condiciones aún más favorables para Estados Unidos.
En este contexto, la presidenta Claudia Sheinbaum ha adoptado un tono firme y claro en la defensa de lo que en política exterior se conoce como el interés nacional, es decir, el conjunto de objetivos estratégicos que un país prioriza para garantizar su soberanía, seguridad, desarrollo y bienestar ante las dinámicas del escenario internacional. Este concepto actúa como brújula para proteger los recursos nacionales, rechazar el intervencionismo extranjero, promover los valores culturales y políticos propios, y obtener beneficios tangibles para la sociedad.
Durante su reciente discurso por los 100 días de gobierno, Sheinbaum fue contundente al recalcar que “México se coordina y colabora, pero no se subordina”, un mensaje que no solo reafirma la soberanía del país frente a Estados Unidos, sino que también busca mostrar unidad nacional frente a un político como Trump, cuya retórica frecuentemente recurre al miedo y la amenaza como instrumentos de presión. En este sentido, actuar conforme al interés nacional implica rechazar cualquier forma de subordinación, así como cualquier entrega de los recursos o decisiones soberanas del país a intereses extranjeros.
En ocasiones, sectores de la oposición parecen dispuestos a ignorar o incluso traicionar este principio fundamental con tal de debilitar políticamente al gobierno.
El Plan México frente a las políticas de Trump
Para enfrentar las posibles medidas de Trump, el gobierno presentó el lunes el “Plan México”, una estrategia económica que promete atraer inversiones por 277,000 millones de dólares en cinco años. El objetivo es reducir la dependencia de importaciones asiáticas, fortalecer el mercado interno y generar hasta 1.5 millones de empleos. La propuesta incluye incentivos fiscales y proyectos de infraestructura orientados a posicionar a México como un centro manufacturero global y un destino clave para la relocalización de empresas o “nearshoring”.
El plan no solo busca fortalecer la economía, sino que también reconoce el papel crucial de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Sheinbaum ha exaltado en diversas ocasiones su importancia y reconoce que no solo contribuyen significativamente a la economía estadounidense, sino que representan una base política y social clave para su gobierno. Las acciones anunciadas acerca del fortalecimiento de los consulados mexicanos para proteger los derechos de los connacionales y mantener un diálogo cercano con las comunidades migrantes, demuestra una amplia conciencia acerca de que ahí radica un importante soporte político y simbólico para la administración actual.
A pesar de las aspiraciones del “Plan México”, los retos son significativos. Las políticas proteccionistas de Trump, como los aranceles y las restricciones comerciales, podrían afectar gravemente a sectores clave como el automotriz, el agroindustrial y el manufacturero. Además, el costo de implementar este ambicioso plan podría implicar mayores presiones fiscales, una posible vulnerabilidad innegable.
A seis días de la llegada de Trump al poder, México enfrenta un escenario de tensión y oportunidad. Lograr mantener firme el interés nacional y al mismo tiempo implementar un plan económico ambicioso requerirá claridad estratégica, unidad interna y una defensa sólida frente a las presiones externas.
Al momento, el mensaje ha sido contundente: México dialoga pero no se doblega. Parece un inicio adecuado frente un escenario de un Trump 2.0.