Jonás

La presidenta Claudia Sheinbaum presentó el “Plan México”. Se trata de un proyecto económico monumental que implica ¡277 mil millones de dólares! Proyecta durante su sexenio una coinversión privada y pública que nos llevar a ser, aseguró ella, la décima economía del planeta, subiendo dos lugares más en la escala mundial.
No quiero entrar aquí en detalles económicos, energéticos, legales y de preparación de recursos humanos que exigirá la participación activa de todos los sectores sociales. Y no porque no sea importante, sino porque este breve espacio no alcanzaría para revisar sólo los aspectos más importantes del plan.
Sin embargo, es importante hacer énfasis en un punto que cruza transversalmente todo el Plan México: la relación con Estados Unidos y con Canadá.
Aunque persiste en el imaginario popular un ánimo de confrontación con Estados Unidos, especialmente por la próxima llegada al poder de Donald Trump con toda su parafernalia antimexicana, y aunque la presidenta Sheinbaum subrayó que el país está en la mejor disposición de colaborar, pero sin ser sumiso, la verdad es que el país y la administración federal se preparan para un giro histórico: concentrarnos en América del Norte y disminuir al máximo nuestras relaciones económicas y hasta políticas, con el resto de las regiones dominantes en el mundo.
Hablemos de algo que es obvio para todos: el planeta se debate en una lucha gigantesca entre dos grandes polos, el de Occidente, encabezado por los Estados Unidos y que suma al Continente Americano y todos los aliados europeos y asiáticos, y el Oriental, que encabezan China y Rusia, con todos sus polos de influencia.
México y sus cambios políticos internos, había estado quedándose en medio, jugando a un tiempo a fortalecer la relación con Estados Unidos y Canadá, pero abriendo también la puerta a las gigantescas inversiones chinas. 
El retorno de Trump al poder es sólo una de las muchas caras de este desafío planetario y el nuevo presidente estadounidense responde al reto que chinos y rusos le están lanzando a la hegemonía norteamericana. 
Y si México no se suma al bloque norteamericano, los costos y los daños pueden ser mayúsculos.
A pesar de que la “cuarta transformación” se considera de izquierda, a pesar del permanente discurso en contra del neoliberalismo, el gobierno mexicano de Sheinbaum ha tomado una decisión y en esto pesan Marcelo Ebrard, Altagracia Gómez Sierra y la cúpula empresarial: estar con América, no con Asia. 
Es la ruta definitiva y marcará el resto del siglo XXI.

La décima economía mundial

Era evidente que la presidenta Claudia Sheinbaum iba a referirse a los programas sociales; iba a subrayar sus proyectos de infraestructura y también hablaría de construir vivienda y respaldar a las mujeres, a las indígenas sobre todo. 
Ha sido parte del sello de sus primeros 100 días Estos temas han estado en su discurso y en sus promociones públicas. 
Pero igualmente, todos esperaban que en alguno momento, la presidenta Sheinbaum metiera en el Zócalo al próximo presidente de Estados Unidos: Donald Trump.
Parece un chiste, y malo además. ¿Qué tiene que hacer Donald Trump en un informe no oficial de la primera presidenta de México? Pues nada en su persona, aparentemente, pero sí en sus amenazas: 25% de aranceles en todos los productos del país si no re detiene el flujo migratorio y si no se detiene el paso de drogas de México a Estados Unidos.
Mucho se ha reiterado que la revisión de Trump es parcial y ventajosa. Que su discurso obedece a una estrategia ofensiva para negociar desde una posición de ganancia. Y México no es la única víctima, porque lo mismo ha hecho con Canadá y los socios de la Unión Europea. 
Pero si de Trump se pueden esperar los golpes más bajos, lo importante era saber cuáles serán las estrategias, la postura y las respuestas de la presidenta Sheinbaum
Desde semanas atrás ha adelantado un mecanismo de apoyo para los mexicanos que residen en Estados Unidos: se habilitó una aplicación telefónica para que los paisanos que sean detenidos y sean amenazados o sujetos de deportación, se puedan comunicar a la embajada más cercana para ser atendidos. ¿Funcionará? Eso sólo se sabrá cuando empiece a suceder. 
Pero es la respuesta organizada del gobierno mexicano.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha asegurado en varios escenarios nacionales que el país está preparado con un plan que no puede ser hecho público si llegan a aplicarse los aranceles. Pero también sabremos si hay éxito hasta que la realidad nos alcance. 
El gobierno mexicano nos pide confianza, y no hay de otra. 
La presidenta, en su informe, reiteró que tanto a México como a Estados Unidos les conviene más ser socios y seguir colaborando. Y tiene razón.
Pero Donald Trump es una tormenta. Y no se sabe lo que puede pasar. 
Saquemos el paraguas.

Trump en los primeros 100 días de Sheinbaum

En una Venezuela agitada y golpeada por sus propias fuerzas armadas, este viernes nuevamente rinde protesta como presidente el heredero de Hugo Chávez: Nicolás Maduro. Pero es una ceremonia fingida.
Desde el año pasado se fueron consolidando las pruebas de que el señor Maduro, que alguna vez presumió haber tenido mensajes de Hugo Chávez desde el más allá, simple y sencillamente se robó la elección. La perdió, escondió los resultados y se proclama presidente otra vez, contra la voluntad de la mayoría de los venezolanos. 
Se está quedando solo en el concierto internacional, porque fuera de Cuba y Nicaragua, pocos son los gobiernos que lo reconocen. 
Ese es el punto de la columna de hoy.
Nos solidarizamos con los venezolanos que desde dentro de su país, sufren la violencia y la imposición. Nos solidarizamos también con los venezolanos que debieron emigrar a México y desde aquí protestan contra el régimen dictatorial, pero nos cuestionamos qué hará el gobierno mexicano.
Es un difícil momento en materia diplomática para el Gobierno mexicano, porque si bien durante el sexenio anterior, el que gobernó Andrés Manuel López Obrador, se estableció una corriente de simpatía con Nicolás Maduro, lo que no existía antes fue ese fraude electoral que ha quedado a la vista de todos.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha debido enfrentar este momento con la duda de si debe unirse a la postura que han adoptado gobiernos como el de Gabriel Boric en Chile, y el de Lula da Silva, en Brasil, que aunque son del mismo signo político rechazaron a Maduro, o bien debe guardar silencio para evitar el conflicto.
El punto es entendible. El gobierno de México tiene muchos puntos de identificación y compromisos que se establecieron desde años atrás, para mantener ese delicado equilibrio que le permite mantener contacto con un gobierno como el chavista, en Venezuela.
Pero a la vez, el de México es un gobierno con peso regional: sus determinaciones pesan en América Latina y aún más, en la relación con Estados Unidos y Canadá. 
Intelectuales, políticos y ciudadanos interesados, le han pedido a la presidenta Sheinbaum Pardo que no reconozca a Nicolás Maduro, que marque distancia con él, porque ella no es solo la primera mujer que alcanza el poder en México, sino también una presidenta que ocupa el cargo gracias a la democracia y la decisión libre de al menos 36 millones de mexicanos.
Y Maduro no. Maduro está robándose el poder y con él están quienes se benefician aplastando a la mayoría de ciudadanos que indefensos, no tiene más que dos opciones: aguantar o emigrar. 
Es un momento histórico y se espera esa decisión.

La dictadura de Nicolás Maduro

Uno de los temas de los que más se habla actualmente es la anunciada sanción a quienes llevan portaplacas en sus automóviles… o sea, casi todos. Se trata de un marco generalmente de plástico, en el que están insertadas las láminas de las placas identificadoras de los automóviles.
Quien primero adelantó que se aplicaría la ley (reformada en el año 2022) y se sancionaría a quienes llevaran las placas de sus carros en esos marcos, fue el gobernador del Estado, Pablo Lemus Navarro. Pero él lo dijo como suele suceder, en medio de muchas otras declaraciones.
Y entonces, nació la duda expresada en pregunta: ¿Van a multar a quienes tienen portaplacas, por qué? Sencillamente porque la ley lo prohíbe. 
Pero el tema tiene un sustento, aunque se trate de una práctica generalizada y que hasta ahora, a casi nadie la había parecido importante. 
Con la aplicación del Paquetazo 3&#215;1, que básicamente es el pago de 900 pesos del refrendo vehicular (un impuesto estatal que se paga cada año), se incluyó también el trámite de la verificación vehicular y el cambio general de placas, por razones de seguridad principalmente.
La seguridad se basa en que las nuevas placas están diseñadas en acatamiento a la Norma Oficial Mexicana que así lo especifica, y contienen entre otros varios elementos un recuadro negro, que a simple vista no muestra nada, pero que en “los ojos” de las cámaras de videovigilancia es un código QR con toda la información del vehículo, incluido su propietario.
El punto es simple: todos los autos deben poder identificarse por razones de seguridad como el robo, el uso indebido del vehículo o cualquier otra conducta que se enmarque en lo sancionable o delictivo. 
Muchos empezaron a reclamar que se trata de una medida recaudatoria y las acusaciones y campañas descalificadoras en redes sociales explotaron. 
Pero hay una aclaración pertinente de la autoridad: No se sancionará por el portaplacas, sino por ocultar información de la placa o por obstaculizar la visibilidad de los elementos informativos que contiene.
En honor a la verdad, hay muchos vivales que ocultan las placas hasta con plásticos oscuros para evitar que los identifiquen. Y eso alimenta la inseguridad. 
El tema es sencillo: quite el portaplacas o use uno que no oculte nada en su placa. Y se acabó el problema. 
Hay que cumplir la ley. Eso nos ayuda a todos.

La discusión del portaplacas

Ayer se realizó la primera de dos jornadas de las mesas para integrar el Plan Nacional de Desarrollo 2020-2025, y antes de iniciar con los trabajos dirigidos por la Secretaría de Economía del gobierno federal, tuvieron un encuentro privado el secretario Marcelo Ebrard Casaubón y el gobernador Pablo Lemus Navarro.
Después, juntos ofrecieron una rueda de prensa en la que el mandatario jalisciense dio a conocer que le dieron seguimiento a los proyectos de desarrollo económico que ya se le habían planteado a la presidenta Claudia Sheinbaum en su visita del pasado 27 de diciembre. Pero además, se informó que Jalisco presentó su candidatura para albergar en la región Altos Norte, la planta de construcción de vehículos eléctricos anunciada por la presidenta Sheinbaum como el proyecto “Olinia”.
El gobernador Lemus subrayó que hay un gran entendimiento y colaboración entre su gobierno y la administración presidencial, y subrayó que a los 20 días de su mandato, recibió la visita oficial de Claudia Sheinbaum, que cumplió así con su compromiso de visitarlo antes de que acabara el año.
Además, destacó que pocos días después, acude a Jalisco el secretario Marcelo Ebrard. Para Lemus, se trata de pruebas claras del “amor y el respaldo” que el gobierno de la república le otorga a Jalisco. 
Para no quedarse atrás, Marcelo Ebrard remató el buen entendimiento con una frase: “Que a Jalisco le vaya bien, para que le vaya bien a México”. 
Más allá del intercambio de frases corteses, hay elementos de análisis que bien vale destacar:
1. El entendimiento entre los dos gobiernos, a pesar de las diferencias de origen y proyecto, es real. Es cierto que Pablo Lemus ha hecho mucho para evitar que los mensajes de diferencia y confrontación retrasaran el diálogo, pero también es cierto que la presidenta Claudia Sheinbaum pone de su parte y corresponde al comportamiento del mandatario estatal.
2. Las oportunidades de desarrollo y beneficio mutuo son sólidas. Si el gobierno federal da luz verde a los proyectos presentados por el gobierno estatal, y además facilita que la inversión privada participe en asuntos tan importantes como la movilidad, la infraestructura y el abasto de agua potable, entonces se facilita la ruta de crecimiento estatal.
3. En términos políticos se establece una suerte de acuerdo pacífico. Evidentemente la presidenta Sheinbaum y el partido Morena tienen un claro proyecto para las elecciones del año 2027, igual que lo está desarrollando el gobernador Lemus y el partido Movimiento Ciudadano, pero en el desempeño gubernamental evitan que se mezcle la política partidista, que de seguir así, quedará limitada al año electoral. Es de interés mutuo, y sobre todo para la ciudadanía, que esta ruta se mantenga.
Ya sólo quedaría pendiente ver cuál es la respuesta del gobierno de la república, en torno de la propuesta del gobierno jalisciense para instalar en la zona de Los Altos la armadora Olinia de autos eléctricos. Sería excelente que lo aprobaran.

Lemus y Ebrard: que le vaya bien a Jalisco

En pocas ocasiones, un embajador se convierte en personaje que concentre la atención general. En la historia de México sin embargo, varios embajadores norteamericanos han ocupado por su tarea y su involucramiento en la vida nacional, un papel preponderante. En el caso de Ken Salazar, embajador estadounidense de la administración de Joe Biden, dejó una profunda huella por varias razones, y lo hizo hasta el último momento porque en su declaración final aseguró que en México sí se produce fentanilo. 
Un embajador, por definición de su quehacer diplomático, es un funcionario que representa a un gobierno extranjero en un país donde ha sido previamente aceptado. Su desempeño transcurre casi siempre en la sombra de la discreción y si algo caracteriza a estos funcionarios diplomáticos es su silencio.
No fue el caso de Ken Salazar.
Quizá porque el presidente norteamericano Joe Biden tuvo asuntos prioritarios lejos de México, y tal vez también por su personalidad apagada, pero el hecho es que Ken Salazar se convirtió en un protagonista de la vida pública mexicana. Amigo cercano de Andrés Manuel López Obrador, entraba y salía a placer de Palacio Nacional.
Opinó de todo: seguridad, drogas, crimen organizado, deportes y el papel de México en el ámbito internacional. Habló siempre de la cooperación entre nuestro país y el suyo, pero en los momentos más críticos, siempre dejó ver con claridad que su interés era uno solo: la Casa Blanca, en Washington. Y es lo normal.
Al final, su cercanía con López Obrador estalló como una bomba. Tanto, que fue vetado por el expresidente, quien no soportó que criticara la reforma al Poder Judicial y el proceso de elección de jueces, magistrados y ministros. 
De su elevada influencia, pasó a ser tratado por la presidenta Claudia Sheinbaum como un funcionario que debe tramitar con los secretarios de gobierno, los temas y asuntos que pretenda. Lo mandó a hacer fila.
Y aún así, ya aislado y esperando su retiro por el triunfo electoral de Donald Trump, volvió a criticar la elección judicial en México y finalmente, intervino en el conflicto que se está preparando entre México y Estados Unidos por temas tan candentes como el tráfico de fentanilo desde México; el proyecto de expulsión de migrantes y el tránsito de éstos en territorio mexicano, y naturalmente, el tráfico de armas desde Estados Unidos a las organizaciones criminales en nuestro país. 
Justo después que la presidenta Claudia Sheinbaum se confrontó con The New York Times por un reportaje al que acusó como mentiroso, por mostrar cómo se fabrica fentanilo en México, Ken Salazar deja de ser embajador acusando que la droga sí se fabrica en nuestro territorio.
En su mensaje, dijo desearle lo mejor tanto a Andrés Manuel López Obrador como a la presidenta Claudia Sheinbaum, pero lanzó el dardo envenenado.
A dos semanas de la llegada de Donald Trump, amenazante y violento contra México, el embajador que se dijo amigo de los mexicanos le dio al próximo presidente más argumentos para mantener su campaña de odio contra el país. 
La cuestión se cierra con una pregunta: ¿Cómo se prepara el gobierno mexicano para lo que viene?

El último mensaje de Ken Salazar

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tendrá su primer informe de gobierno… y no, no será el oficial, sino el de los primeros 100 días de su trabajo.
Tendrá lugar el 12 de enero en el Zócalo de la Ciudad de México y ya se giró la instrucción a todas las dirigencias estatales del Partido Morena para que organicen la asistencia de la mayor cantidad de simpatizantes y militantes.
Naturalmente, se espera que el Zócalo de la Ciudad de México esté pletórico de simpatizantes del partido y de la presidenta Sheinbaum. Es una consigna asumida que la línea de popularidad y aceptación de la que gozó el expresidente Andrés Manuel López Obrador debe mantenerse y aún más, aumentarse.
Para la presidenta Sheinbaum, igualmente, el informe de los primeros 100 días de su gestión representa un gran reto, sobre todo porque se presenta a una semana de distancia de la llegada al poder del presidente Donald Trump, el mayor reto que tendrá Claudia Sheinbaum, sin duda alguna, en los primeros años de su gestión.
Adicionalmente, la presidenta enfrentará el juicio crítico no solo de la oposición política y social –que poco le preocupa–, sino también de la crítica internacional –que ese sí, le preocupa sustancialmente– porque en sus primeros 100 días, justamente, se hicieron las reformas más profundas que se habían realizado a la Constitución en más de dos décadas.
Aunque en el discurso se asume como un triunfo y fruto de la transformación, la reforma al Poder Judicial, las reformas en materia penal y las reformas en materia de seguridad, siguen mereciendo críticas internacionales y organismos de Derechos Humanos.
La presidenta Sheinbaum tratará de contrarrestar estas críticas, sobre todo dirigiéndose a los mexicanos (especialmente a sus simpatizantes), subrayando el incremento en el salario mínimo, los niveles de popularidad, la atención inician a los grupos marginados y especialmente, los programas sociales que entregan recursos a las personas con más necesidades económicas.
Juicio diferenciado tendrá la crisis de seguridad que tanto se ha reflejado en lugares como Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Colima o Guanajuato.
Será interesante ver cómo se resuelve este primer informe de la primera presidenta, ante la sociedad mexicana y el mundo.

100 días de gobierno

La presidenta de la república, Claudia Sheinbaum Pardo, ha invertido varios días en una disputa con un diario de reputación internacional: The New York Times. En el rotativo se publicó un reportaje en el que se asegura que integrantes de cárteles sinaloenses elaboran fentanilo e incluso hacen pruebas en animales y personas en situación de pobreza, para probar la eficiencia de la droga.
El trabajo periodístico tuvo impacto internacional y ofreció, otra vez, una imagen negativa de México en un momento particularmente álgido, pues en unos días llega Donald Trump a la presidencia y entre otras amenazas, ya anunció la aplicación de aranceles si no se detiene el tráfico de fentanilo a los Estados Unidos.
La realidad de la fabricación, trasiego y consumo de esta peligrosa droga es mucho más compleja de lo que parece y las amenazas de Trump son totalmente injustas.
Sin embargo, la presidenta mexicana optó por desacreditar al periódico neoyorquino. En su rueda de prensa mañanera aseguró que lo publicado no es creíble y como contestación, el periódico defendió la publicación y el rigor en la integración de la información. 
La polémica pudo haberse detenido ahí. Una diferencia de opiniones y listo. No será la primera ni la última vez que esto ocurra y en la memoria de los mexicanos están frescos todavía los constantes episodios en los que el expresidente Andrés Manuel López Obrador desacreditó, criticó y acusó de todo a periodistas y publicaciones mexicanos e internacionales. 
Sin embargo, la presidenta ha decidido mantener las diferentes y nuevamente las aborda. The New York Times le responde y la historia entró en un ciclo que no tiene fin.
La imagen de Claudia Sheinbaum se desgasta innecesariamente. En la batalla de la credibilidad, al menos internacionalmente, el periódico lleva las de ganar.
El asunto cayó en un espacio tan bizarro, que ahora lo que interesa es ver qué dirá la presidenta Sheinbaum y qué responderán después los directivos del medio, donde por cierto es accionista Carlos Slim, uno de los hombres de empresa más influyentes en el actual gobierno federal. Se perdió el foco de la atención inicial: la actividad de los delincuentes que fabrican las drogas y ponen en riesgo a la gente tanto en México como en Estados Unidos. 
Este tipo de “batallas” no le ayudan a la presidenta de México, y menos en vista de lo que viene con Donald Trump.

La disputa con The New York Times

Tzinti Ramírez

A seis días de la llegada de Trump: relación bilateral México – Estados Unidos

Manuel Baeza

Vamos a hablar mucho de Trump

Anuar García Gutiérrez

Robarse inmuebles en Jalisco con la ayuda de la autoridad laboral

Claudia Salas

Plan México: No te olvides de nosotras

Mi pecho no es bodega

Ya dio luz la estrategia del gobierno federal para evitar el golpe de los aranceles con los que amenazó a México el futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, anunció que hay negociaciones con liderazgos de republicanos en el vecino país del Norte para evitar que se apliquen estos “castigos” a nuestro país.
La estrategia suena razonable y no se había mencionado antes. 
Pero a menos de una semana de la llegada de Donald Trump al poder, queda claro que se iniciaron las negociaciones y en términos diferentes a lo que ocurrió en el primer período de gobierno de Trump, cuando era presidente Andrés Manuel López Obrador, ya se están acordando los acomodos para satisfacer las demandas norteamericanas. 
Apenas ayer, en este mismo espacio, compartimos la hipótesis de que el gobierno de Claudia
Sheinbaum mandó señales claras de cuál será su alianza ante el nuevo juego geopolítico: estar con América del Norte, principalmente con los Estados Unidos, y cerrar la puerta a las negociaciones comerciales crecientes con el gobierno de China, principal adversario económico y tecnológico de Norteamérica.
Lo que no ha informado el secretario de Relaciones Exteriores de México es cuáles son las concesiones en materia de detener la ola de migrantes que cruzan por territorio mexicano para llegar a Estados Unidos; tampoco se ha mencionado si habrá cambios drásticos en la política de combate al crimen organizado, que sigue enviando droga y principalmente fentanilo, a suelo norteamericano.
Incluso, en este punto, crece el rumor de que se está armando un expediente judicial para acusar al expresidente López Obrador de mantener cercanía y haber dado concesiones a ciertos grupos delincuenciales. Esa sería el arma más fuerte con la que amenazar al régimen de la cuarta transformación.
El esfuerzo que se ha visto en Sinaloa por parte del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, y el fortalecimiento de un aparato de inteligencia interna en el que seguramente colaborarán los organismos estadounidenses, puede ser la puerta de salida para tranquilizar las advertencias del gobierno de Trump.
Todo está encaminado a que antes de la llegada de Trump, se hayan concretado las negociaciones para evitar golpes contra nuestro país. 
Veremos cuáles son las habilidades de Juan Ramón de la Fuente y el respaldo que puede tener de parte del gobierno de Sheinbaum Pardo.

Se negocian los aranceles