Estas fechas decembrinas tuve la oportunidad de recrearme leyendo algunos libros que adquirí en la pasada FIL y viendo algunas películas en casa con mi familia. Por ello les quiero recomendar la reciente adaptación cinematográfica que hizo Netflix de una de las novelas más importantes de las letras mexicanas: Pedro Páramo, del orgullosamente jalisciense Juan Rulfo.
Estoy segura que esta película va a servir para que las nuevas generaciones sigan disfrutando del universo rulfiano. Somos muchas y muchos los que leímos este libro en la secundaria o en la preparatoria, ( que volteo hacia atrás y casi parece en la prehistoria) así como la colección de cuentos El llano en llamas. Los chicos y chicas no deben perder el gusto por la lectura ni por los libros del maestro Juan Rulfo. Me llena de orgullo que esta película esté difundiendo en esta plataforma digital lo mejor de la literatura mexicana en el mundo.
No es casualidad que muchas de las grandes novelas latinoamericanas del siglo XX se centran en figuras tiránicas, dictatoriales o autoritarias. Es el caso de La fiesta del Chivo del peruano Mario Vargas Llosa o El otoño del patriarca del colombiano Gabriel García Márquez y de muchas obras más. Pedro Páramo cuenta precisamente la historia de un hombre fuerte y autoritario que concentra el poder en su natal Comala: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, son las primeras palabras de la novela. El libro y la película, dirigida por Rodrigo Prieto, muestran, entonces, que México no ha escapado del todo a la tradición de los líderes autoritarios que operan al margen de la ley característica de la historia de América Latina. En cierto sentido, ese es el drama fundamental de nuestro país.
Aún hay en todos los rincones de México muchos Pedros Páramos que concentran recursos humanos, poder político y económico gracias al ejercicio de la violencia y la dominación. Pensemos tan sólo en lo que sucede en tantas regiones y poblados de nuestro país, en los que grupos de criminales ejercen terror a los ciudadanos para abusar de su poder y enriquecerse ilegalmente vendiendo drogas, secuestrando a personas o robando terrenos y propiedades. Aprovecho estas líneas para expresar mi solidaridad con los ciudadanos de Culiacán en estos momentos.
Prefiero no “espoilear” para que ustedes mismos vean la película o, mejor aún, lean la novela, pero nos debe dar tristeza que la realidad que diagnosticó Rulfo hace más de 70 años se siga repitiendo una y otra vez: pobreza extrema, el abandono del campo, migración forzada a los Estados Unidos, abuso contra las mujeres, líderes caciquiles, violencia extrema por parte de hombres fuertes y autoritarios, falta de oportunidades educativas, laborales, acceso a la salud, reflejo de ausencia del Estado. También, Rulfo fue capaz de mostrar que incluso el más violento de los líderes sigue siendo humano, es decir, también sufre, y que, en muchas veces, también fue víctima de abusos.
Nuestro país no está condenado a vivir con hombres autoritarios que ejercen su poder al margen de la ley. Depende de todas y todos los ciudadanos contrarrestar el poder fáctico de los líderes criminales y caciquiles que abundan en nuestro país. Seamos valientes para denunciarlos y no ser cómplices de sus actos. Ningún criminal opera solo, siempre tiene colaboradores cercanos (Fulgor Sedano es el lugarteniente sin escrúpulos de Pedro Páramo). Démosle oportunidades laborales y educativas a nuestros jóvenes para que no caigan en la tentación del crimen organizado o de las camarillas corruptas. Los Gobiernos y los Congresos tienen la obligación de no cooperar con los poderes salvajes sino de perseguirlos férreamente.
A pesar de todos nuestros problemas, de todas las desigualdades que expone magistralmente Rulfo en su novela y que siguen persistiendo hasta el día de hoy, tengo la convicción de que México es un país maravilloso que tiene mucho que darle a los mexicanos y al mundo entero. Tenemos a la gente más cálida, trabajadora y entusiasta y tenemos, sobre todo, una cultura muy sólida y vigorosa, que nada le pide a las mejores culturas del mundo. Juan Rulfo es la muestra de que la cultura mexicana y la jalisciense en particular es de talla internacional. Rulfo nunca ganó el Premio Nobel pero no lo necesitó: prácticamente todos los estudiosos están de acuerdo en que Pedro Páramo es un clásico universal y una de las mejores obras de la literatura del siglo XX. No renunciemos a la esperanza de construir un mejor país, donde historias como las de Pedro Páramo sean solamente literarias y no reales.
Un país sin líderes autoritarios ni caciques regionales como Pedro Páramo es un país con más democracia y más igualdad. Y un país con escritores como Juan Rulfo y directores como Rodrigo Prieto nos da esperanza en que México sí puede cambiar su historia y avanzar hacia más libertades y desarrollo. Y tú, ¿ya leíste Pedro Páramo?