Ventanas cerradas
Prisioneras. Así se encuentran ahora las mujeres afganas. Hace un par de meses sorprendió a nivel internacional el retroceso en el que vive la población femenina con el retorno del régimen Talibán.
No sólo las mujeres tuvieron que dejar las aulas y sus centros de trabajo para recluirlas en sus hogares, también perdieron la libertad de salir a las calles pues la prohibición que llegó con la Ley de silencio incluyó además que ninguna mujer podía salir a las calles sin el acompañamiento de un hombre de su familia. ¿Y las que no cuentan con uno para cumplir con las exigencias?
El extremo del control llegó hace unos días cuando se decretó que estrían prohibidas en las nuevas viviendas las ventanas que permitan contacto con casas vecinas para que las mujeres no tengan comunicación con otras mujeres o sean vistas por otros hombres, dicha medida no tardará en extenderse a las viviendas ya construidas, por lo que no extrañaría que en breve se observen casas con las ventanas bloqueadas.
La medida no ha sido bien recibida por toda la población; sin embargo, no están en condición de cuestionarla. Este nivel absurdo de control va más allá de la religión, está pisoteando los derechos humanos de las mujeres porque, dicho sea de paso, de momento se están observando los efectos sociales de la restricción en educación y convivencia, pero todavía está por verse el efecto a nivel sanitario cuando ya no haya mujeres médicas ni enfermeras. ¿Qué pasará si las leyes impiden a los médicos atender a las mujeres? ¿Qué pasará con el efecto psicológico de las habitantes?
En sus memorias Nelson Mandela mencionaba que un hombre que le quita la libertad a otro es a su vez prisionero del odio, y que el aspecto más inquietante de la vida en prisión es el aislamiento, pues es un círculo sin principio ni fin donde sólo te encuentras con tu propia mente.
No imagino lo terrible que debe ser para todas esas mujeres que durante la ocupación estadounidense en Afganistán tuvieron la oportunidad de ser, creer, salir, estudiar y prosperar hasta que un régimen les arrebató la libertad que conocieron de la noche a la mañana. El panorama para las afganas no es alentador, ojalá que el mundo cambie nuevamente.
