Si las amenazas de Donald Trump se cumplen y deporta a la mayoría de los migrantes sin papeles, detonará una crisis humanitaria en la Frontera Norte de México, pero viene un fuerte golpe a los ingresos de las familias que viven de las remesas enviadas por los connacionales.
Los expertos más conservadores estiman que la caída de las remesas y la deportación del 20% de los migrantes serían el escenario más catastrófico ante las políticas del presidente estadounidense. Con ese porcentaje ya se verían las afectaciones en la economía de miles de familias mexicanas.
Tan solo el año pasado, los mexicanos que viven en Estados Unidos enviaron 65 mil millones de dólares a los hogares de sus familiares. En pesos, esa cantidad representa 1.3 billones de pesos.
Para dimensionarlo, los dólares que envían los connacionales a México están por arriba de los recursos generados por el sector agroalimentario cada año (más de 51 mil millones de dólares), por la Inversión Extranjera Directa (más de 36 mil millones de dólares), por las ventas petroleras al extranjero (más de 33 mil millones de dólares) y hasta por la derrama económica que dejan los turistas internacionales (más de 30 mil millones de dólares). De ese tamaño es el dinero que los mexicanos envían cada año y que siempre está en aumento.
India, México y China son los países más receptores de remesas a nivel internacional, respectivamente. En el caso de México, estos recursos son indispensables para las familias porque reducen la pobreza, incrementan el consumo y contribuyen al bienestar social. Se calcula que cinco millones de mexicanos se benefician directamente de este dinero, al grado de que representa en Chiapas 15% de su Producto Interno Bruto.
En los últimos años, Jalisco se mantiene en los primeros tres lugares de los Estados con mayor recepción de remesas, equivalentes al 8.5% del total del dinero enviado. Incluso, los municipios que más recursos reciben son Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tepatitlán, en donde más impactará la política de Trump.
Mientras los Gobiernos federal y estatales presumen que están listos para recibir con los brazos abiertos a los connacionales, lo que no reconocen es que una deportación masiva representará el aumento de la pobreza en México. Esa será una de las crisis más marcadas que dejará el retorno del republicano a la Casa Blanca.