Hace unos días nos reunimos toda la familia para conocer el sexo del bebé que mi único hermano varón está esperando con su pareja. Fue un momento sumamente lindo, emociones encontradas porque siempre la llegada de un nuevo integrante a la familia es un regalo hermoso. Pero por otro lado, sentíamos esa nostalgia que llega a invadir nuestros corazones desde que mi papá ya no está.
Mi papá siempre tuvo una relación increíble con todos sus hijos; fue un padre amoroso y presente, pero me puse a recordar cómo era con mi hermano y siempre fueron los mejores amigos.
En el momento que el cielo se pintaba de color azul con las bengalas que revelaban que sería un niño, todos comenzamos a llorar de alegría y emoción, pero sobre todo, porque yo veía cómo mi hermano derramaba lágrimas porque él soñaba tener un compañero, como mi papá lo fue en su momento con él.
Nos abrazamos y de alguna manera sentíamos que, a través de ese bebé, mi papá se manifestaba haciéndonos saber que estaba presente. Se llamará Alfonso, como mi papá y como mi hermano, continuando con su legado y con su herencia.
Hoy sé que una persona no sustituye a otra, y que siempre nos hará falta mi papi, pero también sé que el cielo nos manda estos angelitos para hacernos saber que la vida es hermosa y que se tiene que disfrutar, amar y agradecer cada instante.
Hoy estamos disfrutando de la idea de poder abrazar pronto a ese bebé, y aunque es algo extraño, ¡tiene fecha de llegar a este mundo el mismo día que mi papá partió de él!
Son cosas que no logro explicarme, pero que suceden, y es inevitable pensar que una parte de mi papá viene a reencarnar en ese pedacito de cielo.