El proceso de selección de quienes serán los candidatos a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial Federal se encuentra en su última etapa. Tras la evaluación del currículum académico y la experiencia profesional, se realizó un filtro importante entre los abogados y abogadas inscritos, muchos de ellos con trayectorias destacadas. Sin embargo, debido al alto número de postulantes y a la limitada cantidad de plazas disponibles, el listado final quedó conformado por perfiles considerados idóneos de acuerdo con lo establecido en la convocatoria.
Una vez que los tres poderes de la Unión (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) definan sus listas finales, se consolidará el listado definitivo de candidatos para ocupar los cargos vacantes en los distintos circuitos del Poder Judicial Federal.
Debo confesar que, en un inicio, observé con cierto escepticismo este proceso, sobre todo por la falta de claridad en la manera en que se desarrollarían las etapas de selección y, posteriormente, las campañas y la elección. Sin embargo, conforme han avanzado las distintas fases, ha habido una mayor certeza sobre el procedimiento. No obstante, como todo proceso novedoso y sujeto al escrutinio público, ha sido objeto de una crítica aguda por parte de algunos medios de comunicación y de la oposición, que han aprovechado cualquier tropiezo o diferencia para cuestionar y descalificar la legitimidad del proceso en su conjunto.
Es comprensible que existan dudas sobre una reforma judicial tan ambiciosa, ya que supone un cambio profundo en los mecanismos de acceso al Poder Judicial. Para muchos, resulta difícil abandonar la zona de confort, modificar los procesos tradicionales y aceptar nuevas formas de selección, lo que genera un escepticismo natural sobre los resultados.
En este sentido, y a pesar de mis reservas iniciales, he podido ser testigo de primera mano de historias que reflejan esfuerzo, preparación y mérito. Lo cierto es que, hasta ahora, el proceso ha abierto oportunidades para personas que han construido su carrera tanto dentro como fuera del Poder Judicial, sin la necesidad de “padrinazgos” o influencias externas.
Por ello, considero que descalificar la reforma en su totalidad sería un error. Hasta donde he podido conocer, existen perfiles altamente capacitados y con trayectorias profesionales destacadas. Y no lo digo por mí, sino porque he revisado las hojas de vida de varios aspirantes y conozco personalmente a algunos, quienes incluso han sido mis alumnos. He sido testigo de su formación basada en el esfuerzo y la dedicación, lo que me permite afirmar que hay personas con méritos suficientes en este proceso.
Si bien este método de selección difiere de los exámenes de oposición tradicionales, no es del todo ajeno a otros procesos de designación que se han llevado a cabo en distintos niveles, tanto a nivel federal como local, donde la evaluación de la trayectoria académica y profesional ha sido el criterio predominante.
Desde una perspectiva académica y profesional, seguiré con interés las siguientes etapas de este proceso, así como los resultados de la selección de candidaturas y, posteriormente, su elección por voto popular. El éxito o fracaso de esta reforma dependerá en gran medida de su correcta implementación, y en ese sentido, aún queda mucho por observar, analizar y debatir.