En mi trabajo tengo la fortuna de poder entrevistar cada día a especialistas en temas médicos, sociales, emocionales; y me encanta porque aprendo demasiado y trato de llevarlo a la práctica sobre todo en temas de crianza, porque ahí sí está el verdadero reto, cuando llegas a casa y empiezan los temas cotidianos, pero que muchas veces no sabemos cómo llevar o resolver.
Hace unos días, Matías mi hijo comenzó con sus exámenes y cabe mencionar que es un niño brillante; tiene una retención de información increíble. Las matemáticas se le dan con naturalidad, el inglés le fluye y bueno, como mamás también sabemos y creo reconocemos, los talentos y habilidades de cada hijo. No por nada fue medalla de excelencia en segundo grado.
Pero así como es de brillante, es sumamente distraído, soñador, inquieto. No lo culpo, yo soy igual.
Nos preparamos para cada examen y hablo en plural porque soy yo quien estudia con él; pensándolo bien, saldré también yo graduada tres veces: una por cada hijo.
Sabía absolutamente todo, dominaba los temas a la perfección y llega con los exámenes y veo calificaciones de 7. Me molesté, no lo voy a negar, y él lo noto. Me dijo: “mamá pero voy a mejorar”. Revise los exámenes y los errores eran cosas mínimas como un acento, la falta de una vocal o algo que estoy segura, fue una distracción.
Jamás les he exigido que tengan sólo calificaciones de excelencia. Estoy segura de que eso no te garantiza el éxito y como tal, se los comparto. Sin embargo, me molestó porque lo he notado distraído en temas escolares, perdiendo el interés en prácticamente lo único que a su edad se convierte en una obligación.
Él sueña con ser futbolista y cómo no, si ve a su papá que es un ex futbolista ya retirado, y aunque jamás se le ha impedido que practique el deporte porque su papá logró su sueño a través de él, Matías también añora serlo, y todo el tiempo platica de eso, cosa que me encanta, pero en mi enojo le dije: “hijo, no todo es el futbol, sueña, practica, entrena, conviértete en lo que tú quieres llegar a ser, pero por favor no dejes de lado tu preparación, no dejes de sentir interés por estudiar y lograr también académicamente grandes cosas”.
Cuando yo le dije “no eres un niño de 7, eres un niño de 10”, no me refería solamente al tema de la calificación, ni a su intelecto. Quería hacerle saber lo valioso que es, lo talentoso que es, lo hábil que puede llegar a ser y desarrollar talentos que estoy segura ni conoce; quería sólo aumentar su confianza, su amor propio, su valor como ser humano.
Ojalá algún día él entienda que es un 10 para la vida, aunque saque 7 en un examen.
La importancia de nosotros como padres, al brindarles las herramientas y apoyarlos para que ellos construyan sus sueños, es algo que debemos reforzar directamente en su confianza, afirmando día a día lo valiosos que son. Eso les dará la fuerza para salir y enfrentar cualquier reto y así sea un futbolista, un artista, un médico o un ingeniero, podrá siempre darse el lugar y el valor donde quiera que se desenvuelva.