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Héctor Ruiz López
Héctor Ruiz López
Profesor Investigador de la UdeG y analista Doctor en Estado de Derecho y Gobernanza Global, Maestro en Política y Gestión Pública, y en Derecho Constitucional.

Insaculación en elección del poder judicial: ¿solución o problema?

10 febrero 2025
|
05:00
Actualizada
21:32

Desde tiempos remotos, la insaculación —o sorteo— ha sido utilizada como método de selección de funcionarios y representantes políticos. En México, por ejemplo, se emplea para definir la letra del apellido de los funcionarios de casilla en los procesos electorales. Sin embargo, la reciente aplicación de este mecanismo en la selección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial ha generado un intenso debate.
Los críticos del sistema lo consideran una decisión arbitraria que pone en riesgo la especialización y el prestigio del sistema judicial, mientras que sus defensores argumentan que es una herramienta para reducir la influencia de grupos políticos y económicos en la designación de jueces. Pero, ¿qué nos dice la historia sobre este método?

La insaculación no es nueva en la selección de cargos públicos. En Grecia, considerada la cuna de la democracia, se utilizaba el sorteo (kleroterion) para elegir a la mayoría de los funcionarios públicos, con excepción de los cargos militares o altamente especializados. En Venecia el máximo gobernante, el Dux, era elegido mediante un sistema mixto de insaculación y votación para minimizar la corrupción y evitar que las familias poderosas manipularan el proceso.

Durante la Revolución Francesa, aunque nunca llegó a consolidarse, el sorteo fue parte del debate teórico sobre cómo reducir la influencia de las élites en la conformación de cuerpos legislativos y judiciales. Más recientemente, en Irlanda, Canadá, Francia, Alemania y Países Bajos, se ha empleado el sorteo en asambleas ciudadanas para discutir temas nacionales y proponer reformas políticas.

Asimismo, en Estados Unidos, aunque los jueces son electos por voto popular en varios estados, existe un elemento de insaculación en el sistema judicial: los jurados ciudadanos. Su integración es determinada por sorteo entre la población, sin necesidad de conocimientos legales, y son ellos quienes deciden la culpabilidad de los acusados, mientras que el juez solo dicta la sentencia conforme a la ley.

El debate en México

¿Es válida la insaculación en la elección del poder judicial? La insaculación para definir a los candidatos a jueces, magistrados y ministros en México ha generado un fuerte rechazo entre algunos sectores. Los principales argumentos en contra son: 1) Falta de mérito y especialización; 2) Desprestigio del sistema judicial; 3) Posible manipulación previa; y 4) Falta de transparencia y responsabilidad democrática.
No obstante, hay otro lado de la moneda. Si bien la insaculación puede parecer un proceso injusto para quienes quedaron fuera a pesar de tener méritos equivalentes a los seleccionados, es importante recordar que la designación de las personas juzgadoras en México nunca ha sido un proceso enteramente meritocrático. En muchos casos, la designación de ministros, magistrados y jueces ha respondido más a cuotas políticas que a una evaluación imparcial de capacidades.

Desde esta perspectiva, la insaculación aparece como una posible solución para evitar que los cargos judiciales sean capturados por intereses partidistas o económicos. Si asumimos que el proceso previo de selección ha sido transparente y riguroso, garantizando que solo aspiren perfiles con credenciales sólidas, el sorteo puede funcionar como un mecanismo para eliminar la influencia externa en el nombramiento de jueces.

¿Un método legítimo o un experimento arriesgado?

Si se implementa correctamente, la insaculación puede ser una herramienta útil para garantizar imparcialidad y mérito. Para ello, deben cumplirse dos condiciones fundamentales:
1. Una rigurosa evaluación curricular, que garantice que los seleccionados por sorteo sean profesionales altamente capacitados.
2. Un mecanismo de supervisión pública y transparencia, que evite manipulaciones en las listas de aspirantes antes del sorteo.
Dicho esto, hay que señalarlo con todas sus letras: México ha tolerado durante décadas la normalización de designaciones políticas y un “nepotismo simulado” en el Poder Judicial. Es un secreto a voces la influencia política detrás de la designación de ministros, magistrados y jueces. Sin un padrino político, escalar en el sistema de carrera judicial ha sido, en muchos casos, prácticamente imposible.
La investigación “El poder familiar de la federación”, realizada por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), reveló que al menos 500 jueces y magistrados tienen familiares directos o políticos en la nómina del Poder Judicial. Los hallazgos de este estudio son sorprendentes y dejan en evidencia un problema estructural que ha permeado durante años.
En este sentido, la insaculación, por extraña que parezca, al menos elimina la discrecionalidad en la elección final de los candidatos.
El reto ahora será evaluar si este sistema realmente contribuye a fortalecer la independencia judicial o si, por el contrario, termina deslegitimando aún más el proceso de selección de jueces en el país.

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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