El trabajo de Trump 2.0 gira por ahora alrededor de las decisiones espectaculares. Se apoya en su visión empresarial de gobierno y utiliza una forma pragmática para resolver conflictos. Lo anterior le ha llevado a plantear una transacción de negocios: que la Franja de Gaza se transforme en un enclave inmobiliario para que sea habitado “por gente del mundo”. El anuncio, por demás sorprendente y fuera de todo acuerdo lógico, diplomático y sociológico, se parece más a un acuerdo inmobiliario que a uno geopolítico que resuelva una crisis que ya lleva años en la región y que ha costado muchas vidas.
He aquí la propuesta. “Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza y haremos un trabajo con ella también. Seremos sus dueños y seremos responsables de desmantelar todas las bombas peligrosas sin explotar y otras armas en el lugar. Crearemos miles de empleos y será algo de lo que todo Oriente Próximo se sentirá orgulloso”.
La propuesta va acompañada con la idea de reubicar a los habitantes de Gaza en Egipto y Jordania, pues la zona, ahora mismo, se encuentra en ruinas. Sin precisar nada aún sobre la ejecución del “plan de negocios”, la oferta contraviene el derecho internacional y no toma en cuenta la opinión de los gazatíes, habitantes actuales del lugar, que deberán mudarse por un espacio de 10 a 15 años mientras se concluye la reconstrucción.
Por lo pronto, el plan ya cuenta con el respaldo de Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, que ha afirmado que “esto es algo que puede cambiar la historia”.
La promesa realizada el martes, recibió dos días después, una modificación de parte de altos funcionarios americanos tratando de suavizarla y creando la narrativa de que el concepto obliga a que los países implicados presenten opciones creativas para solucionar de una vez por todas, el conflicto árabe-israelí, postura que después fue desestimada por el mismo Trump quien dice que su idea va en serio.
La buena política y el oficio que se requiere para participar en ella, están para evitar propuestas que como ésta, escapa de la caja de la razón y se aleja del cuidado de las formas.
Veamos en qué termina esta historia que ha incomodado a la comunidad internacional pues alienta el desplazamiento forzoso de poblaciones. Trump no se detendrá pues en su agenda de la próxima semana aparecen dos nombres clave con quienes cabildeará la propuesta: el rey Abdalá II de Jordania y el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa.
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