Accidentes en casa
¿Qué tan probable es que puedas sufrir un accidente en casa? ¿Qué tan probable es que uno llegue a pensar qué podría pasar estando en “tu lugar seguro”? Y la realidad es otra: los accidentes están a la orden del día en cualquier parte, hasta en casa.
Puedes tener el mejor día y en un segundo todo eso cambia; un descuido te puede cambiar el panorama desde algo sencillo hasta algo complicado y hasta cierto punto si te preguntas, ¿qué hice mal? Bueno, los accidentes son así, sin previo aviso, sólo suceden y hay que afrontarlos y entender de alguna manera que son por algo. Si ya de por sí te sientes mal al sufrir uno, es mejor no hacerlo más grande agrandándolo mentalmente. Ahí es donde todo cambia, si anímicamente estamos mal por lo que nos pasó, pensando en una caída que nos lastima al grado de tener que usar muletas o incluso hasta llegar al doctor y tengan que suturarte; es tan frustrante tratar de entender porqué paso y en qué momento, si todo estaba bien.
Creo y hablo a título personal, que si vivimos algo así debemos mantener una actitud positiva sin importar la situación. Es complicado, claro que lo es, pero está en nosotros que eso no nos consuma y no nos haga sentir peor. El poder que tiene la mente es increíble y me ha pasado porque he vivido accidentes que pienso ¿por qué o para qué, si todo iba bien? Sin embargo, en mi caso siempre trato de pensar que fue por algo y que eso no me derrota o no va a influir en mi estado anímico, que para ser sinceros, claro que en algún punto me pasa y me lo permito pero solo en ese momento.
Después, a sacar esas fuerzas, esos ánimos y todo lo que pueda sumar para sentirme bien a pesar de las circunstancias; se vale sentirte mal, sí, lo que no es permisible, es que le des poder para que te tumbe aún más. He vivido cada situación y en todas he tratado de verle algo positivo. Quizás la vida misma crea que soy fuerte o que es momento de bajarle a mi ritmo, no lo sé. Son cosas que uno no entiende, pero trato de aceptar.
En mi caso, sufrí un accidente en casa. Me dolió, lloré y pensaba y pensaba, ¿pero en qué momento? De estar bien en la mañana, ahora tendré que utilizar las muletas considerando además que soy mamá y mi hija me necesita; es ahí donde siempre entra la parte en la que digo, “ánimo, hemos salido de peores. Vamos a salir de ésta, ¿por qué no?”. Y claro que saldremos. Somos fuertes, sólo debemos creerlo.
