Cada Constitución o Carta Magna de un país establece los requisitos que debe cumplir quien aspire a presidirlo. Sin embargo, más allá de los aspectos formales, surge el debate sobre si el líder de una nación debe ser necesariamente un profesional de la política. Es decir, alguien cuyo sustento principal haya estado vinculado al servicio público o a la participación activa en movimientos políticos organizados.
Esta formación política tradicional, que –al menos en la teoría– implica la búsqueda de consensos y bienestar, ha sido desplazada en tiempos recientes por figuras que carecen de experiencia en la gestión pública, pero que son muy hábiles en capitalizar el enojo y descontento social. El ascenso de estos perfiles parece mostrar que la política deja de ser un espacio de construcción de soluciones colectivas para convertirse en una carrera por acumular votos sin importar el precio.
Javier Milei y Donald Trump son ejemplos de ello. Ambos representan el fenómeno que la Ciencia Política encuadra dentro del liderazgo tipo populista, en el que el impacto de sus discursos y acciones no parece medirse en función del bien común, sino en la búsqueda de culpables que puedan significar un enemigo a aniquilar. Visión maniqueísta que nada abona a la democracia.
El término “discurso criminal” cobra sentido cuando se observa cómo las palabras de estos líderes pueden tener consecuencias devastadoras en la vida de las personas. Un caso reciente en Texas ilustra esta realidad: una niña se quitó la vida tras sufrir acoso escolar de forma reiterada. Sus compañeros amenazaban con llamar a “la migra” para deportar a su madre, ¿de dónde vendrá esa idea?
En el caso de Milei, su irresponsabilidad cobró notoriedad esta semana tras recomendar el invertir en bitcoins a través de una empresa señalada por fraudes, con cientos de víctimas en Argentina y en otras partes del mundo. Buscando salir librado, lo que se le ocurrió fue decir que la recomendación la hizo en su cuenta personal en redes sociales. ¿Será que se puede ser presidente sólo en horarios de oficina o que la investidura sólo existe en ciertos contextos?
Trump y Milei saben del impacto de sus palabras y lo capitalizan buscando números de aprobación; por ello es criminal lo que construyen con sus discursos porque siendo líderes movilizan o “dan permiso” para que aquellos que les siguen pasen de las palabras a los hechos.