De acuerdo con el Índice Anual (2024) del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, 7 de las 10 ciudades más peligrosas del mundo se encuentran en México. No se trata de una estadística del llamado neoliberalismo, ni de “la mafia del poder”. Son los datos públicos, dejando al desnudo una de las realidades más incómodas para los gobiernos de la 4T: que por más de 6 años han negado y propiciado una de las crisis de violencia más alarmantes de nuestra historia.
Es bien sabido que en el sexenio anterior, la política de seguridad conocida como “abrazos, no balazos”, le dejó a México un saldo negativo en materia de seguridad: 200 mil asesinatos registrados. En 2024, último año del gobierno de López Obrador, y el arranque de la administración de Claudia Sheinbaum, 20 de las 50 ciudades analizadas en este índice anual, son mexicanas, hablamos casi del 40 por ciento.
En segundo puesto, sólo por debajo de Puerto Príncipe, Haití, se ubica Colima. Le siguen Acapulco, Manzanillo, Tijuana y Ciudad Obregón; Celaya y Zamora en las posiciones 8 y 9. Cuernavaca (11), Ciudad Juárez (13), Culiacán (17), Uruapan (19), Irapuato (21), Chihuahua (27), Chilpancingo (28), Zacatecas (30), León (32), Tapachula (37), Alcaldía Benito Juárez (38), Villa Hermosa (42) y Morelia (49), integran el listado de las 20 demarcaciones mexicanas.
Así mismo, el promedio de homicidios registrados en estas 20 ciudades equivale al 40 por ciento de los homicidios cometidos en las 50 que componen el reporte. ¿Qué tendrá que decir Morena al respecto, si 5 de las 7 ciudades incluidas en el top 10 de las más peligrosas del mundo son gobernadas por su partido?
En el resto de las ciudades de México, la tendencia no dista demasiado de lo que ocurre en las ya mencionadas. Datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI (diciembre 2024) revelan que 6 de cada 10 habitantes de México vive con preocupación por la inseguridad, porque el abandono del Gobierno Federal hacia este tema ha sido constante, y la falta de una estrategia es clara.
El asunto de la seguridad es tema de cualquier gobierno, sin embargo, el asunto de renunciar a la responsabilidad de garantizarla, no es tema de cualquier gobierno. La explicación es sencilla: Morena desapareció las partidas presupuestales para los fondos de apoyo a la seguridad pública de los municipios.
El pasado sexenio y los primeros meses del actual, ambos a cargo de Morena, nos han dejado claro que para sus gobiernos, la seguridad es un tema secundario, mucho menos importante para sus prospectivas electorales que han basado en la compra de votos a partir de los programas sociales. Ahí es donde está el interés y el corazón de la 4T. Mientras tanto, el país vive como zona de guerra.