Hace 324 años nació en Cigales, España, un hombre que dio tanto a nuestra ciudad, que su corazón se quedó en el Centro Tapatío y su memoria y obra han trascendido a lo largo del tiempo. Me pregunto: si viviera Fray Antonio Alcalde y Barriga en esta época, ¿cuántas cosas le afligirían por la humanidad doliente del Siglo XXI?
Este 14 de marzo conmemoraremos el aniversario del natalicio de Fray Antonio Alcalde y Barriga, quien, preocupado por los más desvalidos, nos dio una lección que sigue vigente, ayudar a los más necesitados dotando a Guadalajara de infraestructura y servicios para bien de su gente.
No solo se preocupó por la salud, la vivienda, la educación y el bien de todas y todos. El también conocido como el “fraile de la calavera”, mostró un amor inmenso por una ciudad que lo adoptó y lo hizo hijo ilustre.
Su corazón, resguardado aún por las monjas capuchinas en el Centro de Guadalajara, latía por el de muchas personas que a la fecha siguen beneficiándose de sus obras.
Y aunque al paso del tiempo, nuestra ciudad es ya una metrópoli que cuenta con servicios de primer nivel, la realidad en nuestro Estado e incluso a nivel internacional, nos llama a reflexionar lo que somos y lo que hacemos por los demás.
En pleno Siglo XXI la humanidad doliente sigue herida, porque nuestras familias viven en plena fragilidad, porque las mujeres ya ni siquiera en sus casas están seguras, porque nuestros jóvenes se ven tentados por seudo ofertas laborales que los lleva por caminos inciertos.
Como servidor público puedo decir que en el gobierno tenemos una enorme responsabilidad porque las necesidades de la gente, si bien siguen siendo las mismas en cuanto a servicios básicos, aunque ya existe agua, drenaje, limpia, calles pavimentadas, alumbrado público, siempre hay algo que arreglar, darle mantenimiento y reparación.
Pero también han surgido otras necesidades en las que el gobierno no puede solo y por eso nuestra primera presidenta municipal, Verónica Delgadillo, ha impulsado el concepto de la corresponsabilidad, donde todas y todos debemos colaborar.
En Guadalajara necesitamos más corazones como el de Fray Antonio Alcalde, y no solo me refiero a benefactores que quieren contribuir con servicios de filantropía y asistencialismo, porque qué fácil es para el populismo brindar apoyos que no solucionan de raíz los problemas.
En Guadalajara, en México y en todo el mundo necesitamos más corazones comprometidos a curar las heridas de la humanidad doliente, que escuchen las voces de miles de mujeres que marchan y que a gritos piden respeto por todas; que tiendan una mano a quien la necesita y que dé la cara por los suyos; que fomente la solidaridad entre vecinos, que dejen de lado el odio, la envidia y la ambición que nos está costando muchas vidas.
Todos y todas podemos seguir el ejemplo de quienes han dejado huella en nuestra ciudad y basta con mirar dentro de nuestros hogares para saber si los valores que le inculcamos a nuestros hijos son los correctos; preguntémonos si conocemos a nuestros vecinos y qué hacemos por construir ciudades con armonía y sobre todo, con la paz en la que queremos vivir.
Necesitamos que existan más espíritus y corazones como los de Fray Antonio Alcalde que nos ayuden a seguir construyendo una mejor ciudad y que curemos las heridas de la humanidad doliente del Siglo XXI.