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11 abril 2025
Tzinti Ramírez
Tzinti Ramírez
Internacionalista y maestra en Historia y Política Internacional por el Graduate Institute of International and Development Studies (IHEID) en Ginebra, Suiza. Investigadora invitada en el Gender and Feminist Theory Research Group y en el CEDAR Center for Elections, Democracy, Accountability and Representation de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido. Miembro de la Red de Politólogas.

Trump, Musk y Leavitt: la diplomacia del disparate

19 marzo 2025
|
05:30
Actualizada
05:30

“El mundo está lleno de disparates que pueden hacer fracasar a los más cuerdos”.
— Baltasar Gracián

 

Dicen que la diferencia entre los diplomáticos y los políticos es que los primeros solo intentan sobrevivir hasta el viernes, mientras que los segundos buscan que su país sobreviva otros 150 años. Pero con Donald Trump y su círculo cercano, la pregunta es: ¿tendrán siquiera un plan para la mañana siguiente?
En algunos círculos, a Trump se le idolatra como un empresario exitoso, un gran negociador y un hombre que “dice las cosas como son”. La realidad es que no hay estrategia en su impredecibilidad, lo que hay es una ignorancia colosal. Su falta de conocimientos básicos sobre política internacional, historia e incluso siglos de conocimiento común, ha sido expuesta en múltiples ocasiones, al igual que la de quienes lo rodean.
Su equipo, lejos de corregirle, se ha convertido en un eco de su ignorancia. Elon Musk, una de las figuras más influyentes en tecnología, ha adoptado un rol de desinformador en jefe; y Karoline Leavitt, su vocera, parece basar sus comentarios en sobresimplificaciones sacadas de películas de Hollywood. Veamos algunos de sus momentos más destacados o ¿más preocupantes?

 

1. España y los BRICS: cuando la “ese” debe ser de “Spain”

Al inicio de su segundo mandato, durante un encuentro con periodistas en la Oficina Oval y ante una pregunta de David Aldrete corresponsal ante la Casa Blanca para ABC, Cope y Telemadrid, Trump habló de España como parte del grupo BRICS, que agrupa a las economías emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. ¿Su razonamiento? La “S” en el acrónimo, seguramente pertenecía al primer país que le vino en mente cuyo nombre empieza con ese en inglés. No importa que los BRICS son un grupo fundado con un criterio económico específico, tampoco importa que los BRICS no sean lo mismo que el G7, ni que España sea parte de la Unión Europea, un bloque completamente distinto. Para Trump, si la letra calza, la geopolítica se desvanece en lo trivial… por cierto, en esa ocasión, aprovechó para amenazar a la ese de los BRICS con imponerle aranceles del 100%. En fin.

 

2. GPS vs. TPS: las siglas son difíciles

En otra ocasión, esa vez hace unos diez días, también en la Oficina Oval, Trump recibió una pregunta sobre si revocaría el estatus de TPS de los refugiados ucranianos en Estados Unidos, TPS quiere decir Temporary Protection Status o Estatus de Protección Temporal a lo que un Trump un tanto confundido respondió con otra pregunta: “dijiste, ¿GPS?”. Esto no es un simple lapsus, nada tiene que ver el sistema de posicionamiento global con los refugiados ucranianos en suelo estadunidense. En realidad, el TPS es un mecanismo de alivio migratorio fundamental que permite a personas de países en crisis quedarse temporalmente en EE.UU., además, existe en la legislación desde el año de 1990. Si un expresidente y ahora presidente por segunda ocasión no sabe diferenciar las siglas de un sistema de navegación por satélite y un estatus migratorio otorgado por su país, ¿qué nivel de comprensión real tiene sobre la política migratoria en su conjunto?

 

3. Historia a la Karoline Leavitt: Hollywood explica

Por otra parte, la vocera de Trump, Karoline Leavitt, ha acaparado reflectores por sus declaraciones incendiarias y su férrea defensa del presidente. Con un historial en medios conservadores y en la administración de Trump, Leavitt ha construido su imagen como una comunicadora agresiva y alineada con la retórica trumpista. Sus declaraciones suelen reflejar una comprensión superficial y sesgada de la historia. Por ejemplo, recientemente, al responder a una petición de un eurodiputado francés para que Estados Unidos devuelva la Estatua de la Libertad, Leavitt afirmó que, de no ser por Estados Unidos, “Francia estaría hablando alemán”, aludiendo al rol de EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Esta simplificación ignora el complejo entramado de alianzas y sacrificios de múltiples naciones durante la Segunda Guerra Mundial. Ya se han visto salpicados en sus declaraciones aliados de EE.UU. como los británicos o países de interés como Rusia.

 

4. Declaraciones incendiarias sobre Gaza

Leavitt también respaldó hace unas semanas la propuesta de Trump de asumir el control de la Franja de Gaza, lo que conllevaría la expulsión de millones de palestinos hacia países vecinos, como lo dijo el propio presidente. Este plan ha sido calificado por la comunidad internacional como una forma de limpieza étnica y un criminal desplazamiento forzado. La vocera ha defendido la propuesta, afirmando que es necesaria para la “estabilidad” de la región, obviando burdamente las implicaciones humanitarias y legales de tal propuesta, al tiempo que sonríe con una frivolidad pasmosa.

 

5. Posturas extremas en política migratoria

En el ámbito migratorio, Leavitt ha adoptado una postura de “cero tolerancia”, calificando a todos los inmigrantes ilegales como criminales y apoyando deportaciones masivas, incluso desafiando órdenes judiciales que las bloqueaban. Esta visión simplista, punitiva y de criminalización de las personas migrantes no considera las complejidades del fenómeno migratorio ni las circunstancias que llevan a miles de personas a buscar refugio en Estados Unidos. Hemos tratado el tema en columnas anteriores, pero basta con comprender el paso de EE.UU. por los países centroamericanos durante la Guerra Fría, para ir logrando una visión más matizada. Además, la entrada “sin papeles” es en realidad a lo sumo una falta administrativa. La realidad migratoria de miles de personas dista mucho de la imagen de criminales que la administración Trump busca atribuirles constantemente.

 

6. Propuesta de anexión de Canadá: es, ¿broma?

La retórica incendiaria de Trump es predecible, pero tal vez no anticipó que esta vez estaba provocando también a los británicos. En una rueda de prensa reciente, su vocera Karoline Leavitt reafirmó la intención de Trump de convertir a Canadá en el 51 estado de EE.UU., asegurando que los canadienses se beneficiarían enormemente de dicha anexión. La respuesta fue rápida: tanto en Canadá como en el Reino Unido, la idea fue recibida con molestia y rechazo, dejando en evidencia la falta de oficio diplomático de Trump y su equipo.

El rey Carlos III, durante una visita al buque HMS Prince of Wales y haciendo gala del estilo británico, lució condecoraciones canadienses en su uniforme, incluyendo la Orden de Canadá, como un recordatorio diplomático de que Canadá no es una extensión de EE.UU., sino una nación independiente dentro de la Mancomunidad Británica, con fuertes lazos históricos y además constitucionales con la monarquía británica.

 

7. Desinformación y teorías conspirativas: Musk como amplificador

Desde que Elon Musk adquirió la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter), se ha observado un incremento notable en la difusión de teorías conspirativas y desinformación. Al eliminar equipos de moderación de contenido y relajar políticas contra la desinformación, la plataforma ha facilitado la propagación de noticias falsas y narrativas extremistas. Musk ha promovido la falsa idea de que los demócratas conspiraban para utilizar el gasto en beneficios como la Seguridad Social y Medicare para influir en el electorado estadunidense. Esta declaración, sin pruebas, ha sido amplia y burdamente difundida en su plataforma, contribuyendo a la desinformación sobre políticas públicas clave.

 

8. Elon Musk y su flirteo con la extrema derecha alemana

Elon Musk, autoproclamado defensor de la “libertad de expresión”, ha manifestado abiertamente su apoyo a Alternativa para Alemania (AfD), un partido de extrema derecha conocido por sus posturas xenófobas y euroescépticas. En diciembre de 2024, Musk declaró en su plataforma X: “Solo la AfD puede salvar a Alemania”, lo que provocó reacciones de líderes políticos, incluyendo al entonces canciller Olaf Scholz, quien calificó este respaldo como “completamente inaceptable”. Además, en enero de 2025, Musk participó virtualmente en un mitin de la AfD, donde criticó la cultura alemana de la memoria histórica, afirmando que hay “demasiado enfoque en la culpa del pasado y debemos superar eso”.
El apoyo de Musk a la AfD es parte de una tendencia más amplia en la que magnates tecnológicos utilizan su influencia para amplificar narrativas ultraderechistas. En Alemania, donde las leyes contra la apología del nazismo son estrictas y el debate público sobre la memoria histórica es fundamental para la democracia, sus declaraciones generan alarma. Al validar públicamente a un partido con antecedentes de discursos xenófobos y antidemocráticos, Musk contribuye a legitimar y dar visibilidad a posturas que, hasta hace poco, se consideraban marginales e indeseables en el escenario político alemán.

El lenguaje de Trump: pobreza léxica y su impacto

Diversos estudios han analizado el nivel comunicativo de Donald Trump, enfatizando su preferencia por el uso de frases sencillas y breves, carentes de complejidad gramatical y el uso esporádico de palabras de más de dos sílabas (su palabra “larga” favorita es “ tremendous ”, algo así como “increíble, impresionante”). Esta forma de hablar dista de ser un recurso retórico para conectar con su base de votantes y es más bien una manifestación de limitaciones cognitivas evidentes. A diferencia de líderes que han utilizado un lenguaje accesible pero sofisticado —capaz de articular ideas complejas de forma clara— Trump recurre a una comunicación elemental, plagada de redundancias, errores conceptuales y una preocupante falta de precisión. Su discurso no se caracteriza por la persuasión intelectual ni por la profundidad analítica, sino por su capacidad para generar ruido y mantener a sus seguidores en un estado de indignación permanente.

A lo largo de su carrera política, Trump ha demostrado repetidamente que su desconocimiento sobre geopolítica, historia y principios básicos de gobernanza no es una táctica de distracción, sino el resultado de una profunda y llana ignorancia. No hay una estrategia oculta en su aparente impredecibilidad, sino una ausencia de rigor intelectual que lo lleva a cometer errores grotescos y a hacer reinterpretaciones de la historia mundial con un nivel dramáticamente desinformado. Esta pobreza léxica y conceptual no solo lo exhibe como un líder intelectualmente limitado, sino que ha contagiado a su equipo, donde figuras como Karoline Leavitt y Elon Musk amplifican sus disparates con la misma falta de criterio y rigor.

Lo que vemos no es una estrategia magistral de comunicación destinada a simplificar mensajes para manipular a las masas, sino la degradación de la política a un espectáculo donde la arrogancia, la ignorancia y la desinformación no solo se toleran sino que se erigen como pilares de una cultura política a todas luces en decadencia.

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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