El dinero es un constructo social y un convenio entre la población para aceptar un medio de pago y de cambio confiable y estable, de forma que se faciliten las transacciones económicas y financieras entre los miembros de una población.
Antiguamente las monedas eran de oro, plata, cobre, o algún otro metal precioso; su valor era intrínseco, porque el metal era a su vez una mercancía.
Hoy, los billetes ya no se encuentran respaldados por dichos metales. El dinero pasó a ser dinero fiduciario o fiat, lo que quiere decir que depende básicamente de la confianza que la población tiene sobre el hecho de que mantendrán su poder adquisitivo o de compra, es decir la estabilidad de su valor a lo largo del tiempo y con relación a otras monedas.
El poder de compra del dinero no es algo que un gobierno pueda decretar, ya que depende de la productividad, la innovación, y el gasto en investigación y desarrollo, de esta forma se puede mantener baja la inflación y el dinero puede mantener su poder adquisitivo.
Cuando el dinero mantiene su poder adquisitivo la gente confía en él, y no busca sustituirlo por otra moneda, por oro o algún otro bien que le garantice, en el mediano y largo plazo, su ahorro y seguridad.
Pero también existen otros elementos que le dan fortaleza a una moneda, como son las instituciones que la respaldan, como por ejemplo:
1. Un gobierno estable y confiable, que establece políticas fiscales responsables, con una buena administración de los recursos y de los impuestos.
2. Un banco central autónomo e independiente porque tiene el papel crucial de mantener el poder adquisitivo del dinero con una adecuada gestión de la oferta monetaria y la influencia en las tasas de interés bancarias.
3. Un sistema judicial y de regulación que respete los contratos y los derechos de propiedad, ya que la seguridad jurídica asegura que las transacciones realizadas sean legítimas y seguras, lo que fomenta la confianza en el uso de la moneda.
4. La estabilidad política y económica que genera certidumbre y permite la planeación financiera de familias, empresas y gobierno, y la continuidad de las operaciones financieras y de producción, comercialización y consumo, sin sobresaltos.
5. El respaldo de políticas monetarias bien estructuradas que garanticen la estabilidad de los mercados financieros y no dependan del capricho de los gobernantes.
Sin un sistema institucional sólido, incluso una moneda fuerte como el dólar, puede perder valor rápidamente y ser rechazada por los ciudadanos, los inversionistas de otro país e incluso los bancos centrales.
Cuando hay desconfianza, los agentes económicos buscan un refugio seguro y optan por otras monedas o por metales preciosos como el oro.
Ante la incertidumbre que genera el panorama económico internacional, la inestabilidad financiera en los mercados bursátiles y los conflictos militares en Ucrania y Medio Oriente, el precio del oro ha experimentado un aumento significativo en las últimas semanas, y al 20 de marzo alcanzó un récord histórico al superar los tres mil 051dólares por onza. Esto es un incremento del 14% en lo que va del año, mientras que, por otro lado, se está presentando una desdolarización a nivel mundial.
Los bancos centrales han sustituido instrumentos de deuda denominados en dólares por oro en sus reservas internacionales, al igual que instituciones financieras. Incluso, la propia población en Estados Unidos ha estado comprando oro ante la incertidumbre sobre las medidas tomadas por Donald Trump, entre las que destacan: las agresivas amenazas sobre el incremento en aranceles a las importaciones, lo que puede desatar una guerra comercial a nivel mundial y aumentar los costos de las importaciones norteamericanas y la inflación; las controvertidas medidas de austeridad del Departamento de Eficiencia Gubernamental encabezado por Elon Musk para recortar el gasto público en programas federales, los despidos masivos (32 mil empleados federales) y las ofertas para que los empleados federales renuncien; la puesta en venta de más de 400 edificios y propiedades federales, la reducción de gastos comerciales y el cierre de agencias como USAID.
Todo ello ha provocado la caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos lo que disminuye el atractivo del dólar para inversionistas globales, generando una fuerte volatilidad en los principales índices del mercado de valores S&P 500, Nasdaq 100 y Dow Jones.