Gerardo Espinoza no ha podido con las Chivas. Al “Loco” parece que le ha quedado grande la oportunidad de dirigir al Guadalajara, pues del carácter que siempre mostró en sus equipos anteriores, hoy parece que no queda ni rastro.
Aquel Espinoza que se decantaba por los que mejor momento atravesaban, mejor momento futbolístico tenían, hoy parece que se ha olvidado de eso, pues la prioridad pareciera es el vestidor, y me explico. Si tu mejor hombre es Alan Pulido o bien, Armando González (quienes dicho sea de paso, venían enrachados con goles) y los relegas a ser banca de un hombre que no ha podido tomar ritmo en el campo y que no ha logrado además, ser el “killer” que fue en su momento, estás cometiendo un error. Aquel que siga pensando que Hernández Balcázar regresará a ser el “Chicharito” que vimos partir a Europa y que vimos en distintos mundiales con el Tricolor, está muy equivocado.
Hoy, Espinoza y su cuerpo técnico están vendiendo espejitos con el tema del “Chícharo”; a poco más de un año desde que llegó, no puede tomar ritmo; se ve pasado de peso, le falta contundencia, le falta condición. Sin embargo, lo que no le falta es la confianza del técnico pues el “Loco” lo tiene en el número uno de las opciones como eje del ataque, pese a que no ha logrado convertir, aferrándose a la vaga idea de que en algún momento despertará.
Hoy, con esa idea, las Chivas están rezagándose en el torneo. El equipo ya cayó de la décima posición donde parecía tenía contrato con la Liga. El Rebaño está fuera del play in, fuera de la mediocridad del futbol mexicano, pero también fuera de su historia. Hoy, las Chivas no están para calificar y hacer el ridículo; hoy Amaury Vergara y Alejandro Manzo, quienes llevan la voz cantante, deben invertir en un técnico de peso, de jerarquía y de amígdalas para poner orden en el vestidor que está tomado por líderes que no han podido encausar el camino del equipo y solo tienen a la institución hundida y por la calle de la amargura.