La semana pasada, el viernes 04 de abril, el titular del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, Olivier de Frouville, anunció que por primera vez desde que el problema de los desaparecidos en México está en la agenda pública, se invocó el artículo 34 de la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas y por lo tanto, el tema se llevará ante la Asamblea General de la ONU. El tema es profundamente delicado, porque en esos términos el gobierno mexicano será llamado a cuentas.
Al explicarlo, De Frouville indicó que con base en la información que han recibido, la práctica de desaparición forzada se ha vuelto “sistemática”.
Hay que recordar que oficialmente, se reconoce una cifra de hasta 120 mil desaparecidos en México, con una estadística que se remonta a la década de los años 50 del siglo pasado.
Pero si este tratamiento fue impactante, más lo ha sido la respuesta de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra Ibarra, un personaje totalmente cuestionado –sobre todo por la forma como fue políticamente ratificada en el cargo por el bloque de Morena y aliados en el Senado de la república–. La mujer que debería defender primero a los desaparecidos en México, aseguró que la postura del Comité contra la Desaparición “está descontextualizada” y rechazó tajantemente que en México haya un problema sistemático de desaparecidos.
¿Y el escándalo internacional por el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán? ¿Y los 43 de Ayotzinapa? ¿Y la cifra de más de 120 mil desaparecidos? ¿Y su hermano Jesús Piedra Ibarra, desaparecido en abril de 1975 durante el período de la “guerra sucia” del gobierno contra los activistas políticos?
La postura de la presidenta de la CNDH es sencillamente absurda. Al rechazar un procedimiento que además, significa una investigación y no una condena automática, niega incluso el origen familiar de la lucha que llevó a su madre, Rosario Ibarra de Piedra, a convertirse en uno de los símbolos de la lucha contra los abusos del Estado mexicano.
Algunas otras voces radicales de la “cuarta transformación” también han salido a criticar a la ONU y asegurar que al abordar el tema de los desaparecidos, pretenden “golpear” al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Ejemplo, el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña.
Están totalmente desubicados.
El problema de los desaparecidos es mucho más que la 4T, mucho más que el proyecto de gobierno de la “transformación”; mucho más que una cuestionada y cuestionable gestión al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que ha traicionado desde antes el espíritu original que condujo a su creación. Quizá si no fuera porque está ahí Rosario Piedra, también habría desaparecido para ahorrar recursos económicos.
El grave problema de los desaparecidos en México está lejos de solucionarse; quedan muchos procesos por admitirse y aplicarse.
Lo más grave es que quienes más se empeñan en presumir una “transformación”, la bloqueen sólo porque desde fuera, se indiquen los errores.