Su último encuentro con el pontífice ocurrió en la plaza de San Pedro, un día antes de su fallecimiento
La figura de Sor Geneviève Jeanningros dio la vuelta al mundo tras romper el protocolo durante la capilla ardiente del papa Francisco. La religiosa, miembro de la congregación Hermanitas de Jesús, se recogió varios minutos frente al féretro del pontífice argentino en la basílica de San Pedro, acto que acaparó la atención por encima de la presencia de los cardenales.
Sor Geneviève nació en Francia en 1943 y mantiene una relación cercana con Francisco desde 2005, año en que viajó a Buenos Aires para enterrar a su tía, Léonie Duquet, también monja. Duquet fue asesinada durante la dictadura argentina y su cuerpo, recuperado por el mar, fue sepultado en una fosa común hasta que pudo ser identificado e inhumado en la iglesia de Santa Cruz, con autorización del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio.
En un video publicado en un canal de YouTube creado por su congregación, la religiosa relata que, tras el funeral de su tía, escribió a Bergoglio cuestionando la ausencia de representantes eclesiásticos en la ceremonia. El futuro papa le respondió con una llamada y facilitó el entierro en el templo. A partir de ese contacto, surgió una relación marcada por la confianza.
Durante el papado, Francisco visitó la caravana en la que vive Sor Geneviève junto a una comunidad de feriantes en el litoral romano. También la apoyó cuando solicitó ayuda para estas familias durante la pandemia de COVID-19 y atendió sus gestiones a favor de mujeres trans latinoamericanas en situación vulnerable.
La religiosa actuó como intermediaria entre estas mujeres y el papa, quien accedió a recibirlas en audiencia y continuó reuniéndose con integrantes de la comunidad LGTB, siempre acompañados por ella.
Su último encuentro con el pontífice ocurrió en la plaza de San Pedro, un día antes de su fallecimiento. Pensando que el papa estaba recuperado de sus recientes problemas de salud, Sor Geneviève planeaba asistir a su próxima audiencia. Sin embargo, su despedida quedó registrada al orar frente al ataúd, en un momento que quedó grabado por las cámaras como testimonio de una amistad construida en medio del dolor, la fe y el compromiso social.