En México, el 30 de abril se conmemora el Día de la Niña y el Niño, un día que nos invita a reflexionar sobre la urgente necesidad de avanzar en el acceso a los derechos de las niñas, niños y adolescentes; impulsando su papel en la creación de un futuro más justo e igualitario.
Aquí la pregunta es: ¿Las niñas y los niños, se enfrentan a los mismos desafíos durante su crecimiento? Si bien, en los últimos años, el país ha tenido avances en la garantía de los derechos de la niñez y la adolescencia. El resultado de ello es la disminución de violencia familiar contra esta población y en la cantidad de nacimientos de madres de 10 a 17 años, según datos del INEGI.
No obstante, las niñas siguen sufriendo desventajas en el acceso a la educación, el deporte, la salud y oportunidades económicas; impactando en su autonomía para la toma de decisiones. En México, donde el 49.34% de la población total entre los 0 a los 17 años son niñas y adolescentes, 1 de cada 10 presenta rezago educativo debido al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. El 6.1% de las niñas de 8 a 11 años reside en zonas rurales y no saben leer ni escribir y el 70% de las niñas ha experimentado por lo menos una situación de violencia. Sin duda, los retos son grandes; las niñas desde su nacimiento, se enfrentan a una discriminación estructural por el simple hecho de ser niñas, afectando sus derechos, su bienestar físico y mental, limitando su potencial con el resto de la sociedad; como feminista y sabedora de esta problemática, encuentro que la mejor forma para prevenir estas cifras es desde la primera infancia, por ello, he propuesto en la Cámara de Diputados la creación de Centros de Cuidado Infantil con atención las 24 horas del día.
Estoy convencida de que los derechos de las infancias comienzan con el acceso a cuidados adecuados, en espacios seguros, lúdicos y pedagógicos, donde puedan desarrollar sus capacidades desde la primera infancia. Diversos estudios demuestran que invertir en el desarrollo integral de las y los menores desde sus primeros años, no solo fortalece su salud física y emocional, sino que también mejora su rendimiento académico futuro y su capacidad de interacción social.
Un país que invierte en la primera infancia, que abarca desde el primer día de nacido hasta sus seis años de vida, es un país que construye la igualdad sustantiva. Hago un llamado a fortalecer estos centros como una política pública esencial, no solo como una medida de justicia para la niñez, sino también como una herramienta para garantizar el derecho al trabajo digno de madres y padres que, por falta de redes de apoyo, enfrentan dificultades para cuidar a sus hijos mientras cumplen con sus responsabilidades laborales.
Las niñas y los niños necesitan contar con un respaldo institucional para que crezcan en entornos seguros y estimulantes. La creación de Centros de Estudio y Cuidado Infantil garantizan el acceso al derecho a la educación, a la calidad de vida, a un pleno desarrollo infantil; combate directamente la violencia estructural. Este Día del Niño, hago énfasis en que las niñas necesitan aliadas y aliados que las escuchen y las hagan poseedoras de derechos. Las niñas empoderadas, seguras y libres tienen el potencial de ser empresarias, ingenieras, doctoras, presidentas y mujeres líderes capaces de crear el cambio a su alrededor y en el mundo. Las niñas no pueden enfrentar estos retos solas. Mi compromiso como legisladora es poner al centro a las infancias y adolescencias, a la construcción de una sociedad más igualitaria. Por las niñas, todos los días, todos los derechos.