Esta semana saltó a la palestra con duras críticas al gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo y el proyecto de la 4T la joven promesa de la oposición mexicana, Ernesto Zedillo Ponce de León.
Con una valentía política a prueba de revisiones del pasado mexicano el expresidente y primer vendedor de los ferrocarriles nacionales nos dejó pasmados.
La pintura que realiza del México actual cuyas pinceladas, según Zedillo, son el autoritarismo, la represión, la censura y la “muerte de la democracia”, más bien parecen hacer alusión a los mejores cuadros delineados por él y su gobierno de 1994 a 2000. Su desmemoria histórica y su famélica moral política nos dejó estupefactos.
¿De qué manera entender cuando el expresidente afirma a pie juntillas que estamos en el peor de los mundos imaginables?
No recuerda que durante los años que fue inquilino de Los Pinos se presentaron una serie de agravios a la sociedad, a saber: se eliminó el sistema de pensiones; se ordenaron las masacres de Acteal, el Bosque, el Charco y Aguas Blancas; se persiguió a los zapatistas y traicionaron los Acuerdos de San Andrés para pacificar Chiapas; removió de un plumazo a todos los ministros de la SCJN para colocar a personajes de su grupo político; puso en marcha el Fobaproa-IPAB para socializar las deudas de la banca privada que hoy en día seguimos pagando.
Recordémosle a Zedillo que en diciembre de 1994 él les aviso a los grandes potentados del país sobre la inminente devaluación del peso que se venía encima, todo con la intención de cubrirles las espaldas con cargo a la población. Ni tardos ni perezosos, los dueños del capital sacaron de México una enorme cantidad de dinero, que ocasionó una mayor crisis económica que la prevista por el presidente y su secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche.
En un abrir y cerrar de ojos, cientos de miles de familias perdieron su patrimonio, casas, negocios, proyectos de vida, además de cargar con el costo futuro del “rescate bancario” que ha significado un pago acumulado en intereses por 945 mil 895 millones de pesos, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda. A precios actualizados por inflación, esta cifra ya supera 2 billones de pesos, rebasando por mucho las estimaciones hechas en su momento por su principal impulsor.
Lo escrito y dicho por Zedillo no refleja ni lo que vivimos bajo su gobierno ni lo que tenemos hoy en México. A querer o no, estoy cierto que hoy vivimos el mayor nivel de democracia en la historia del México posrevolucionario. La prueba de ello y de la libertad de expresión la encontramos precisamente en la pieza publicada por Zedillo y en la retahíla cotidiana de críticas y comentarios adversos, muchos de ellos sin sustento, contra la 4T.
Qué tan escuálida está la oposición en México que su mejor carta es Ernesto Zedillo, el desmemoriado. Resulta necesario tener en nuestro país una oposición fuerte y seria, pero con esos reclutamientos lo único que conseguirán es fortalecer el proyecto de la 4T y garantizar por muchos años más su estadía en el poder.
Al tiempo.