Olvídese de los terremotos; esos son para el centro del país.
Tampoco piense en inundaciones, que ocurren con más frecuencia en el Sureste.
Y si acaso, los incendios forestales, que son muchos en Jalisco, pero fuera del alcance de las zonas habitadas.
Lo que realmente debe preocupar a los jaliscienses en materia de protección civil son los desastres que pueden causar las industrias, principalmente las asentadas en el Área Metropolitana de Guadalajara, que son la mayoría.
Y para muestra lo ocurrido en apenas siete días: dos grandes incendios en zonas industriales de la metrópoli. Uno de ellos en una fábrica de aerosoles, que tuvo estallidos de tanques con productos químicos, afectaciones a diez empresas aledañas, y por desgracia con saldo de por lo menos cuatro muertos. El otro, en una fábrica de productos de limpieza, afortunadamente sin daño a personas.
Los tapatíos poco sabemos de ello, y lo hablamos menos, pero buena parte de la mancha urbana está llena de industrias.
Una estimación del gobierno estatal con datos del INEGI señala que en el Área Metropolitana de Guadalajara se asienta 75 por ciento de las industrias de Jalisco. Y las industrias manejan gas, productos químicos, plásticos, telas, cartón, y otros elementos que pueden resultar peligrosos.
Y muchos vivimos al lado, atrás, o a unas cuadras de estas empresas.
Por eso una de las preocupaciones de todos en Jalisco, especialmente en la gran metrópoli, tendría que ser la seguridad industrial.
Por supuesto que los primeros en tomar cartas en el asunto deben ser los propios industriales. Son ellos quienes deben garantizar la seguridad de sus trabajadores, la de sus vecinos, y de su inversión.
También muy pendientes deben estar las autoridades municipales y estatales para comprobar que las industrias locales cumplen con todo lo que la ley y los reglamentos les exigen en materia de seguridad.
Nunca más debe un gobernador anunciar, con los bomberos de fondo, que una empresa no cumplía.
Y los terceros involucrados debemos ser los ciudadanos. Tendríamos que exigir que los reportes de seguridad de cualquier industria asentada en la ciudad sean públicos. Tendríamos que estar atentos a que las fábricas, las maquiladoras, los grandes talleres cumplan con o que la ley les exige.
Los estallidos del 22 de abril de 1992 en Analco fueron resultado de una negligencia industrial (Pemex incluido como industria). Quienes sí lo supimos, lo vivimos, debemos presionar para evitar a toda costa que se repita un caso similar.
Sin vivimos en una ciudad con grandes industrias, debemos mentalizarnos a estar protegidos. No se vale que nadie, absolutamente nadie, mire hacia otro lado a la hora de comprobar la seguridad para todos.