Tim Key es encantador y reclama los reflectores en La balada de la isla, la flamante y aplaudida comedia británica que ya se encuentra en cines. Es imposible no adorar a Charles, su personaje, un enfermero que se gana la lotería y usa el dinero para contratar a su músico favorito (Herb McGwyer, interpretado por Tom Basden) para que viaje a su pueblo anodino y remoto con el fin de que ofrezca un concierto íntimo.
Esta pieza es ya una de las más gozosas ‘feel good movies’ que he visto en lo que va del año. Y no sólo eso, me atrevo a decir que tiene las herramientas para consolidarse como una de las mejores comedias hechas en el Reino Unido en 2025. Sé que apenas estamos en mayo, pero así de entrañable y graciosa es.
Además de interpretar a los dos personajes principales, Key y Basden también son los guionistas de este largometraje que, a su vez, está basado en un cortometraje que ellos mismos escribieron hace casi 20 años y que fuese nominado al BAFTA a lo mejor del cine británico. La trinidad estelar la completa la siempre impecable Carey Mulligan (tres veces nominada al Oscar® por Una educación, Hermosa venganza y Maestro) como Mortimer, una cantante retirada.
La balada de la isla es un relato que conecta con el público porque —sin zarabandas ni artificios— explora temas como el amor perdido, el desencanto, la frustración y la soledad, así como la alegría de estar en compañía. Sin embargo, el director James Griffiths le rehúye al sentimentalismo y a la cursilería chocante, pues su dulzura no empalaga. Con inteligencia, el realizador logra una comedia que alcanza notas de emotividad franca, súper disfrutable.
Más allá de todo eso, siento que esta es una película que logrará una conexión especial con los melómanos. Si te gusta la música, se te anidará todavía más en el corazón. Usando la tradición del folk contemporáneo como recurso, la película nos muestra a tres personajes cuyas vidas están marcadas por el papel que la música ha jugado en sus vidas: Charles está enamorado de las canciones de los artistas favoritos de su difunta esposa; Mortimer y McGwyer, por su lado, tendrán que resolver cosas de su pasado que están ligadas a la música que alguna vez crearon y grabaron juntos.
El filme nos muestra a la música como una fuerza que nos nutre, como más que una simple compañía. Aquí, la música es articuladora de lo que fuimos, somos y seremos, de lo que amamos y amaremos. Quepa agregar que el soundtrack (ya disponible en plataformas) es una delicia.
Para melómanos, para los amantes de la música folk, para quienes disfruten de las comedias británicas, para quienes deseen ver una buena peli… La balada de la isla no tiene pierde. Tras la función, querrás volver a casa a escuchar tus canciones favoritas.