Negociar es tratar o discutir (un asunto) para procurar su mejor logro.
Eso es lo que la familia del “Chapo” Guzmán hizo: negociar.
No está claro si lo hizo Joaquín “El Chapo” Guzmán, ya sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos, o si lo hizo su hijo Ovidio, en proceso ante un juez en el vecino país del Norte. Pero de que hubo negociación, la hubo; y lo más probable es que haya sido el propio Ovidio.
Lo sabemos por varios motivos.
Primero, porque se filtró a medios desde la semana pasada que hubo un acuerdo por parte de Ovidio Guzmán para que se declara culpable de narcotráfico, a cambio de evitar una pena de muerte como posible sentencia.
Segundo, porque el fin de semana unos 15 integrantes de la familia Guzmán cruzaron la frontera hacia California, y fueron recibidos por miembros del FBI (el equivalente a la FGR mexicana) para ser trasladados con rumbo desconocido.
Y tercero, porque este martes el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó formalmente a líderes del cártel de Sinaloa, de terrorismo y narcotráfico.
Así que todo suma. Los Guzmán negociaron, y no serán objeto de cacería por parte de Estados Unidos, aunque no así los actuales dirigentes del grupo criminal. “Los perseguiremos hasta dar con ellos”, dice el fiscal general para el Distrito Sur de California.
La persecución gringa, con los cargos de terrorismo de por medio, es una franca amenaza para los acusados (dos personas de apellido Insunza y otros más), y será un dolor de cabeza para la administración federal de Claudia Sheinbaum.
Si el gobierno mexicano no persigue, detiene y entrega a los acusados, entonces corre riesgo de que comiencen a aparecer denuncias y acusaciones hacia funcionarios que no cumplan. Ahora sí que se complican las cosas para las autoridades mexicanas.
No queda otra opción para el gobierno federal que negociar. Tratar o discutir (un asunto) para procurar su mejor logro, según dice la Real Academia de la Lengua Española. Negociar la captura y entrega de los terroristas que operan en territorio mexicano.